𝘁𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆.𝗳𝗼𝘂𝗿﹔𝟐𝟒

156 26 28
                                    

Al día siguiente de aquella ajetreada y culposa noche, ninguno de los dos asistió a trabajar por miedo a escuchar esa despedida de boca de alguno de los administrativos con insultos de por medio, o alguna clase de actitud despectiva porque, bueno, ya no era un secreto para nadie en ese lugar lo que ambos tenían. Era casi medio día, pero continuaban recostados en la cama que compartían, con el pelinegro abrazando al rubio por la espalda, quien parecía inmóvil, aunque el menor sabía que seguramente le dolía la cabeza por tantas cosas juntas siendo procesadas en su cerebro además de su estado posterior a todo lo que había bebido.

Es que, ¿qué seguiría ahora? Probablemente desaparecerían de Seúl para reiniciar su vida con otro empleo, fingiendo que nunca pisaron un aeropuerto de otra manera que no fuera comercial, quizás buscándose otra identidad o... Ah, a quién engañaba, estaba exagerando, pero es que en realidad la presión amenazaba con devorar su cerebro, sus pensamientos y su mente. De nuevo se sentía con esa desesperación que había dejado atrás hace nueve meses, cuando no sabía por qué lo habían llamado a la oficina del gerente, y en lo profundo de su corazón deseaba encontrar pronto algo tan bueno como fue su noticia de traslado en ese entonces.

No era momento de ponerse a pensar demasiado, no era ni siquiera el momento para comenzar a enfrentar mentalmente un día en el que se encontraba huyendo; si se permitía ser honesto, la versión donde se encontraba abrazado a Yeonjun por ese día —y más días si le era posible— sin moverse era más agradable que volver a salir de ese departamento a enfrentar un mundo que simplemente se había caído y derrumbado justo en su cara. No se suponía que su sueño terminara así, ¿o es que siquiera eso era lo que quería? En serio tenía muchas preguntas en ese momento que se iban volviendo cada vez más pesadas en su mente.

—Soobinnie... —lo escuchó murmurar, y entonces alzó la cabeza.

—¿Si?

Y también lo sintió suspirar.

—Tú... Yo... —y se percató de cómo la voz contraria comenzaba a temblar—. Lo siento por arruinar todo.

En ese instante se levantó y se sentó en su sitio, mirándolo con una expresión confundida, aunque el rubio estaba dándole la espalda. Entonces regresó a su posición, aunque esta vez dejó su rostro cerca del oído del mayor para que lo escuchara claramente, y también para leer sus expresiones con cada palabra y cada inhalación que emitía.

—No has arruinado nada, sweetness —dijo, y entonces se acercó un poco más.

—Nos dejé sin trabajo —habló el otro chico, aún estando opuesto a él, con los ojos cerrados—, ¿tú crees que eso no es ‘arruinar’?

Soobin negó contra él.

You would have ruined it if you had broken up with me —le dijo—, y no hiciste eso.

—Pero ni siquiera estoy siendo bueno para ti —entonces ambos se miraron a la cara—, no estoy ayudándote, yo no... ni siquiera merezco que estés aquí, ¿entiendes?

¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba diciendo?

—Ah, por eso continúo encerrado en mi departamento cada fin de semana —le dijo, riendo solamente un poco al notar la ironía en su voz.

—Bueno, no, pero...

—Deja de pensar por un momento, ¿si? —le dijo, haciéndolo girar la cabeza con su mano en la mejilla contraria—. No has hecho nada más que ayudarme siempre, galletita.

Observó cómo el mayor bajaba la mirada de nuevo, suspirando pesadamente una vez más mientras negaba suavemente y volvía a su posición, y entonces el pelinegro se volvió a recostar abrazándolo por la espalda, dejándole un par de besos verdaderamente suaves y delicados en su cuello a modo de consuelo, notando cómo parecía que el chico sonreía de manera disimulada y entonces se escondió ahí por un momento, inhalado el aroma natural de la piel contraria mezclado con el de su ropa.

𝐇𝐈𝐆𝐇𝐄𝐑﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora