𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲﹔𝟎𝟑

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Después de esa noche, no volvieron a encontrarse por casi un mes por muy vecinos que fueran, ya que no se percataban del otro ni tampoco tenían tiempo desde que Soobin entró por completo a los vuelos. Sí, se mandaban uno que otro mensaje, pero era por cosas muy triviales o simplemente para saludarse. Soobin no volvió a decirle cotton candy boy ni Yeonjun le repitió su “conejo”, así que en términos comunes se encontraban comúnmente bien.

El siguiente vuelo de Soobin debía ser de Italia a España, unas dos horas y media aproximadamente. La dinámica de los españoles sí que era un poco extraña o la de Corea era muy liberal, porque pudo percatarse que ahí nadie elegía sus vuelos, los sobrecargos por supuesto. Divagó un segundo pensando en cómo le estaría sentando su trabajo al pelirosa, deseando que ojalá haya descansado al menos un día de todos los que habían pasado desde que se conocían.

—Soobin hyung —habló el rubio al lado suyo, ese que Yeonjun le había presentado—, ¿estás bien?

—Sí, Hyuka. Solo pensaba en que el sistema de aquí es realmente diferente al de Corea —rió bajito, aproximadamente por dos segundos.

—Oh, sí. Todavía no entiendo eso de que puedes volar solo con el flap, yo digo que por algo el slat está en su lugar. En algo es útil, ¿no?

—Sí, pero quién sabe. Cada país sabe qué onda con sus aviones.

Eso fue suficiente para que el chico volteara a la ventana al lado suyo, para verificar si todos los pasajeros que abordarían ese vuelo ya lo habían hecho, la puertecilla que dividía a la cabina con el resto de la zona de pasajeros estaba abierta, aunque a típica cortina gris permanecía perfectamente colgada abarcando todo su espacio en su lugar.

—Hyung —volvió a hablar el chico—, Yeonjun hyung me dijo que le hiciste una especie de juego con una galleta de chocolate.

—¿Co-cómo? ¿Él te dijo eso?

Okay, tal vez sí se había pasado de la raya, sólo un poco. Es que, fue tan despistado como para dejarle la supuesta mitad a Yeonjun en su propia mano Pero ojalá el mayor fuera igual de despistado que él para no notar su pequeña desviación.

—Sip —afirmó—. Se puso completamente rojo cuando le dije que creí que tenía fiebre o algo así. ¿Ustedes...?

—...somos vecinos de apartamento —completó Soobin—. Yeonjun iba a decirme algo sobre el trabajo y lo pasé a ver porque había preguntado el número de su depa porque me quedé sin señal en mi celular —mintió— y pues necesitaba enterarme. Total, me dejó pasar, me regaló un paquete de galletas y yo le regalé una.

Kai lo miró con una ceja alzada, como si supiera que mentía. Y, bueno, obviamente que Kai conocía la versión más detallada de Yeonjun.

—No creí que fueran a encontrarse en ese piso... Pero bueno, ¡me alegra no estar peleado con mis amigos porque soy amigo en común de aparentes desconocidos!

Soobin se permitió liberar aire, porque de verdad se había asustado con el cuestionamiento y la mención de eso tan repentina del menor, pero quizás solo había sido su curiosidad ya que Yeonjun se lo había comentado de manera casual. Claro que no le había pedido investigar.

Aunque sus intentos por conservar la calma se vieron esfumados cuando, detrás de esa cortina, se vieron frustrados al escuchar esa voz en específico. Como si realmente tuviera miedo de la respuesta que inmediatamente cruzó su mente sobre el portador de esas frecuencias, se cubrió el rostro.

Buenas tardes, señores pasajeros. Mi nombre es Choi Yeonjun y estaré atendiéndoles el día de hoy junto con mis compa...

—No puede ser... —dijo, por lo bajo, una vez que cerró la puerta del avión, aunque según las normas de ese aeropuerto eran los TCP quienes debían cerrarla. Pero claro, él no estaba acostumbrado a dejarlos así.

—Oh, hablando de hyung —dijo Kai, con una pizca de perspicacia en su tono.

—Wow... Qué curioso, justo está en nuestro vuelo.

Encendió los controles restantes para iniciar el despegue, aunque su cabeza seguía en la tierra.


[…]


Cuando Yeonjun dejó de ver a Soobin, empezó a preguntarse qué estaría haciendo, porque no había visto su bonita cara en el aeropuerto una semana después de la galletocircunstancia. Después se enteró que estuvo revuelto entre pláticas con el supervisor, acuerdos con el gestor de vuelos, blah, blah, blah, más cosas que requerían su atención, así que era comprensible el porqué no había tocado ninguna cabina. Yeonjun en serio quería verlo pilotear al menos una vez.

Hasta que, después de un mes de haber encontrado una muy sospechosa práctica de Choi en su apartamento, supo que su pelinegro iría a comenzar por vuelos internacionales. Era un poco frustrante porque eso significaba no verlo más entrar a su apartamento o echarle una miradita cuando se paseaba cerca de la ventana que daba hacia afuera con ese libro lleno de dibujitos que él no alcanzaba a comprender pero al otro le parecían encantar. Siempre en sus tiempos libres —reducidos— traía uno de esos en las manos.

Ese día en específico, Yeonjun había elegido atender un vuelo a Francia porque de pronto Corea se le había reducido a una sola persona y algunas veces le resultaba asfixiante. Las personas europeas en serio tenían un carácter de feria, porque algunas veces parecían ser de lo más flexibles y al otro eran tan obstinadas como una piedra en el zapato que todos querían quitar. El avión aterrizó en París, pero como no se encontraba en las condiciones románticamente adecuadas, optó por subir a atender uno que daría en Nápoles, Italia. El acento de los italianos le irritaba, pero estaba agradecido con ellos por inventar un manjar gourmet como era la pizza.

Cuando ese avión culminó su viaje, Yeonjun quería volver ya a Corea. Esa era su misión para volver con una sola meta que era encontrar el primer vuelo a Seúl y abordarlo para cumplir ahí su trabajo. Pero al notar algunas anotaciones de los vuelos salientes, su respiración se atoró en su garganta y su corazón comenzó a correr al leer que en un vuelo saliente a Madrid figuraba el nombre de Choi Soobin como el piloto.

Era su oportunidad, en Corea podrían esperarlo un poco más.

Salió de esa sala y metió su tarjeta de identificación en el área aeroportuaria para registrarse como TCP del vuelo 53 en el avión A284, logrando quedar él y otros chicos que sus nombres en realidad no le importaban. Alcanzado su éxito, fue por sus cosas y abordó el avión. Tenía treinta y cinco minutos para verificar que todo estuviera en su lugar funcionando adecuadamente.

—...Yeonjun hyung me dijo que le hiciste una especie de juego con una galleta de chocolate.

Ese, sin duda, había sido Kai. Soobin y Kai en el mismo espacio al parecer conversando con normalidad sobre él aunque no estaba presente mencionando cosas que pasaron hace un mes... okay, admitía estar extrañado y un poco receloso, pero tampoco era como si pudiera tirar de esa cortina a preguntarles algo como “¿que yo dije qué?”. Le había contado a Huening inclusive algunas cositas extras, y ahora rogaba al cielo que su lado comunicativo no saliera y tuviera la decencia de guardarle su secreto.

—¿Co-cómo? ¿Él te dijo eso?

Y sí, se lo había dicho, pero con unas palabras un tanto más completas. Según lo que recordaba, había dicho algo como “Tengo la sospecha que Soobin presenta conductas de un feeder, porque literalmente me delineó la boca con una galleta y me la hizo morder. Luego resulta que encontré lo restante y él había mordido después de mí”. La sonrisa que se le escapó al recordar a Kai diciéndole que era muy obediente era un poco muy evidente.

Sip —al oírlo afirmar, comenzaron sus súplicas internas para que no hablara de más—. Se puso completamente rojo cuando le dije que creí que tenía fiebre o algo así. ¿Ustedes...?

«Somos novios platónicos en secreto sin saberlo, Hyuka», una risilla abandonó sus cuerdas vocales, aunque gracias a que la gente comenzaba a abordar, ninguno de los que estaban delante le escucharon.

—...somos vecinos de apartamento —escuchó cómo el pelinegro se apresuró en aclarar—. Yeonjun iba a decirme algo sobre el trabajo y lo pasé a ver porque había preguntado el número de su depa porque me quedé sin señal en mi celular y pues necesitaba enterarme. Total, me dejó pasar, me regaló un paquete de galletas y yo le regalé una.

—Y después te convertiste en un feeder voyeurista —dijo en voz baja al llegar a la entrada del avión—. Ah, es muy malo mintiendo...

No creí que fueran a encontrarse en ese piso... Pero bueno, ¡me alegra no estar peleado con mis amigos porque soy amigo en común de aparentes desconocidos!

Escuchó a Soobin soltar aire.

Entonces era hora de hacerse notar ahí. Bueno, no era como si lo hubiera planificado eso también, pero los otros dos sobrecargos estaban al parecer muy ocupados dándose amor en horas de trabajo.

Ew, cosas de exclusivos heteros.

—Buenas tardes, señores pasajeros. Mi nombre es Choi Yeonjun y estaré atendiéndoles el día de hoy junto con mis compañeros Seo Minki y Lee Moonsun. Seremos sus lindos sobrecargos hoy —hizo una reverencia—, Cualquier cosa que necesiten, pueden llamarnos, a cualquiera.

Terminó con una sonrisa. Ojalá alguien le pidiera preguntar al piloto el tiempo restante hasta el aterrizaje para tener la excusa perfecta para ver a Soobin en uniforme de comandante, como el mismo le había dicho. Por alguna razón, el ver cómo ese bonito sombrero sujetaría suavemente la cabeza del chico con sus hebras negras cayendo por su frente lo hacían delirar.

Quizás sí, había sido atraído por Soobin la primera vez que interactuaron, pero ahora esa atracción se iba modificando al punto de convertirse en algo a lo que aún no le daba nombre.

Todo iba tan bien que por un momento olvidó que estaba viajando con italianos alrededor de él.

Scusa, posso darti qualche consiglio sul tu aspetto?

Era un señor que estaba sentado a las orillas dando hacia el pasillo del avión. Había estado observándolo casual(sospechosa)mente desde hacía un rato.

—Sorry, I don't speak Italian, mister.

Vamos, era coreano. Cómo pensaría que podría pronunciar giallo siquiera.
—Well —okay, al parecer sí iban a discutir... otra vez, con un italiano—, can I tell you some suggestions for your appearance?

—Okay, sir. I hear you.

—Your fucking piercings are illegal in this job, why do you wear them? —oh, otro maniático de las normas tradicionales de género—. It's none of my business to tell you this, but you look like a g-i-r-l.

—Well, I just have permission from my country for...

—I don't care, guy. Is this your bastard country?

Iba a responderle, claro que lo haría. A la mierda las normas de etiqueta y de respeto al pasajero si no lo estaba respetando a él por igual, pero una tercera voz habló por él antes de que siquiera gesticulara una “a”.

If it bothers you so much, I suggest you check the plane you're boarding on next time. The A200 onwards up to the A500 in international flight are handled and managed by Asian personnel, specifically Korean. Please check where you board most often, motherfucker.

El hombre en el asiento volteó a ver al propietario de la voz a la par de Yeonjun, éste último con una gran sorpresa en sus ojos y el primero casi repleto de furia.

Fuck you, gay bastard.

And what if I am?

El chico tomó a Yeonjun por los hombros y lo llevó a la cabina, donde al fin, con una parte de la información fresca apenas siendo procesada, el pelirosa habló solo una palabra:

—¡¿Soobin?!

—¿Estás bien, Yeonjun?

—Yo sí, pero... ¡oh, dios! —quedó boquiabierto, luego cubrió su boca con sus manos—. ¡Qué buen inglés hablas!

Soobin agachó la cabeza, avergonzado, aunque con una leve sonrisa.

—Hyung —ahora fue Kai, aunque no había volteado a verlo por atender el equilibrio del avión por la emergencia—, espero estés bien.

Yeonjun notó la preocupación en el tono del rubio, le enterneció y sonrió.

—Estoy bien, Huening-ah. Gracias —le dijo en un tono dulce.

—Dios, qué le pasa a esa gente... —habló Soobin.

—¿Verdad? Oye...

—¿Sí? —le respondió a la vez que volvía a su lugar y Kai al suyo.

—Perdón por salirme del tema, pero te ves mucho mejor de lo que imaginé con tu uniforme.

El pelinegro no dijo nada por unos segundos en los que fingió verificar unas cosas del avión. La última vez que se habían visto, el que necesitaba el filtro para lo que decía era él, al parecer el mayor había perfeccionado sus capacidades orales... Las normales.

—Gracias... —le respondió, aún sin mirarlo. Tenía a su disposición el pretexto de que estaba volando nuevamente, porque obvio que no iba a hacerle caso a ese “...de lo que imaginé...”.

Yeonjun salió con una sonrisa adornando su cara, aunque ahora sólo estaba atendiendo a los pasajeros de delante.

𝐇𝐈𝐆𝐇𝐄𝐑﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora