𝘁𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆.𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲﹔𝟐𝟑

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Hacía un buen tiempo en el que no se sentía de esa manera, ¡y menos por un evento social! Es decir, sí, era extraño porque no acostumbraba a estar en ellos, no tenía grandes amigos excepto por Sunghoon, Soojin y Heeseung, pero aún así... debía recordar que ya no estaba ahí, que ahora tenía otra vida, otra casa, otro entorno, conocía a otras personas, que ya no era igualmente confiado que cuando estaba en Ansan, debía tener en claro que ahora su vida había cambiado, y que ahora se encontraba en otra situación, con más cosas que distaban de su antiguo ser. Además de que, después de ese tiempo, se había adaptado casi perfectamente desde el primer instante en el que cayó en la cuenta que ese chico pelinegro era el mismo chico de cabello rosa que más tarde terminaría convirtiéndose en su novio, ah, qué buenos giros de esa trama tan tensa llamada vida.

Sólo necesitaba tranquilizarse, ¿cierto? Inhalar y exhalar un par de veces debía, debía y necesitaba ser más que suficiente para contener sus emociones que amenazaban con salir y exponerse de la manera más vulnerable posible, como si fuera ese chico que apenas y podía pasar sus exámenes de sociología cuando le tocaba presentarlos de manera verbal...

—¿Estás listo, Soobinnie?

Volvió a respirar profundamente a la vez que se acomodaba su camisa y el pantalón en un último intento por disipar sus pensamientos. Es decir, la tarde anterior le había dicho a Yeonjun que no tenía de qué preocuparse, que lo llevarían como sabían hacerlo, que no lo dejaría, ¿y ahora? El que se estaba ahogando en sus pensamientos como un mar embravecido no era nadie más que él mismo, aún con todo ese discurso motivacional. Porque Soobin era bueno animando y dando consejos a los demás, pero nunca los usaba consigo mismo.

—Sí, ya casi salgo.

Terminó de peinar su cabello de nuevo hacia atrás y con la frente descubierta, tal y como hacía cuando iba a trabajar, y se miró por última vez, deseándose suerte a sí mismo.

—Estaré en el auto.

Escuchó a su novio tomar las llaves de junto a la puerta y luego el sonido que ésta hizo al cerrarse y entonces él se dispuso a tomar su celular, sus audífonos y su cartera y salir por la misma puerta que el rubio usó uno minutos atrás, cerrando correctamente y bajando las escaleras inconscientemente rápido, casi como si mantuviera una carrera imaginaria con alguien, y luego sus preocupaciones se esfumaron durante los minutos en los que su mayor condujo y platicando con él sobre asuntos meramente triviales pero que el azabache disfrutaba escuchar solo por la melodiosa voz de ese chico que le sonrió en el mismo instante en que estacionó, y de pronto se sintió como si tuviera todas las fuerzas del mundo.

¿Cuánto había pasado desde que dejó de besarlo a su antojo y entonces lo nombró oficialmente suyo? No tenía idea, pero ojalá esa demostración de lujo de ese producto llamado existencia fuera eterna hasta que tuviera que exhalar por última vez, y su último aliento, estaba seguro, sería utilizado en decir el nombre de la persona que estaba seguro más ha amado en la extensión de su vida.

—Yeonjun-ah.

Y en verdad, cada que ese chico posaba sus ojos sobre él se sentía exactamente igual...

—¿Sí, mon soleil?

...que ese día en el aeropuerto donde su mirada se conectó por primera vez.

—Sigo nervioso —admitió, rascando su nuca, con una sonrisa tímida mientras miraba hacia abajo.

—Ah, está bien —el rubio intentó animarlo posando una mano en su mejilla, con es sonrisa dulce aún en su rostro, su tono de voz tan suave que sentía como si le acariciara el alma—, lo entiendo. En realidad también lo estoy, pero... hagámoslo juntos, ¿si?

𝐇𝐈𝐆𝐇𝐄𝐑﹔soobjun (숩준)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora