𝗦𝗜𝗡 𝗖𝗢𝗥𝗥𝗘𝗚𝗜𝗥
Dónde Aemma Visenya Targaryen se ve metida en un lío al comenzar a sentir una fuerte atracción hacía tres hombres los cuáles pueden traerle más problemas de lo que ya tiene...
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Una mueca de aburrimiento se poso en mi cara y en la de mi prometido, o bueno, ahora esposo al ver como la gente aplaudía hacía nuestra recién finalizada ceremonia.
—Deben besarse.— Dice mi madre en un susurro.
—No.— Digo yo sin quitar la vista del frente.
—Visenya...— Amenaza mi madre con un tono cansado.—¿Aemond, puedes besar a tu esposa?— Y eso fue suficiente para el ya que envolvió su mano en mi cintura poniéndome cara a cara con él.
—No es algo que no hubiéramos hecho antes. Oh espera, ¿es por qué tú amante va a enojarse?— Dice este con una sonrisa burlona a lo último.
—Que tonterías dices.— Escupo con enojo.
—Cállate.— Dice este para después tomarme por la mandíbula y unir sus labios con los míos en un corto beso.
Creo que mi escudo acaba de derretirse gracias a eso.
Me separo de él y los invitados celebran.
—Cómo me vuelvas a besar una vez más te mato.— Digo como si hubiese olvidado todo lo que nos habíamos dicho hace unos días.
—Estoy temblando.— Dice este.
—¡Gracias por haber estado presentes aquí hoy!, ¡El rey hubiera estado muy feliz de haberlos visto a todos!— Dice mi madre levantando la voz mientras habla con una sonrisa.—¡Son libres de irse!— Dice por último logrando que los invitados vayan desapareciendo por la gran puerta del salón.
Mi vista abandona a la multitud y se posa en Jacaerys, este tiene su mandíbula tensa y sus ojos puestos en mi.
Veo como Lucerys lo mira y coloca los ojos en blanco para luego mirarme con una mueca el cuál no logro descifrar y marcharse mientras es llamado por su madre.
Helaena me mira con una histérica sonrisa para después marcharse sin más. Aegon chasquea su lengua para luego seguirla. Y Jace me mira por última vez para después asentir hacía mi dirección e irse.
Soraya, la cuál se encontraba en una esquina me guiña un ojo antes de irse.
Rhaenyra se acerca a mi y me abraza para después dejar un beso en mi cabeza, en cambio Daemon sólo me mira como si tratara de descifrarme.
—Se te va a arrugar la cara.— Le digo con una mueca de aburrimiento.
Rhaenyra estira de él hasta la puerta antes de que aquel se ponga a discutir.
