𝘝 𝘌 𝘐 𝘕 𝘛 𝘐 𝘋 𝘖 𝘚

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𝘴𝘩𝘦 𝘬𝘯𝘰𝘸𝘴
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—Madre le dijo a Aegon que el iba a ser el próximo rey

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—Madre le dijo a Aegon que el iba a ser el próximo rey.— Le digo a mi padre el cuál se encontraba acostado.

Había mandado a una doncella a buscarme. Era hora de que le cuente lo poco que había escuchado.

—¿Qué?— Pregunta este para después toser.

—Lo que escuchaste.— Digo aclarando mi garganta.

—Ella dijo eso.— Dice medio afirmando pero preguntando.

Aquel se encontraba en shock.

—Ella y Otto dicen que desde él día que nacio Aegon, Rhaenyra dejo de ser sucesora al trono.

—La única sucesora aquí es tu hermana y si a tú hermana le sucede algo lo serás tú.— Eso me deja helada.

—No se a que te refieres. Eso nunca será posible.— Digo parándome frente a su cama.

—Estás hablando con el rey de los siete reinos. Si lo digo créeme que será posible, Visenya.— Dice este estirando su mano para alcanzar un poco de agua.

—Nada va a pasarle a Rhaenyra así que ni hay porque sacar esas conclusiones.— Digo con una sonrisa medio histérica en mi cara.

—No es para que empieces a divagar. Solo te dije que lo va a suceder si a Rhaenyra le sucede algo. Retírate.— Dice este dejándome aún más helada. Asiento y salgo de la habitación de mi padre.

Camino a paso firme hasta el gran salón o bueno, eso trato de hacer.

Mi madre quería verme, mejor dicho, le urgía verme. Según las doncellas.

Abro las puertas del salón encontrándome con mi madre sentada. Esta me mira pero no sonríe en lo absoluto.

—Madre.— Digo sentándome frente a ella.

—Vas a casarte.— Suelta esta sin ningún tipo de emoción mirándome con una mueca de decepción. La primera que me dedica en toda mi vida.

—¿Qué?— Es la única palabra que abandona mi boca.

—Siendo reina puedes casarte, pero no dejar que tu prometido intervenga. Así que te casaras.— Dice esta tratando ahora de evitar mi mirada.

—No.— Digo sintiendo como mi voz comienza a temblar.

—Lo harás.

—No quiero.— Escupo con brusquedad.

—¿Si te digo que es con Aemond te pondrás feliz?— Dice esta mirándome ahora sin ninguna expresión en su rostro.

—¿Qué?— Digo mientras mi mente ahora viaja a Jacaerys.

—¿Crees que no los escuche?, fui feliz para saludarte y pasar un rato con mi hija. Pero me encuentro con una prometedora situación.— Dice esta con asco y de mi boca no puede salir ninguna palabra.— Te vas a casar y no vas a poder hacer nada para impedirlo. Ah sí, y cuándo te cases vas a tener que acostumbrarte al verde.—  Dice esta señalando mi elección de colores. ¿Dónde había quedado mi madre?

Me levanto de mi silla como puedo sintiendo como mi mente empieza a divagar.

—Y cuéntaselo a Jacaerys, dile que si atreve a hacer algo para impedirlo le irá muy mal.— Dice esta a mis espaldas.

Giro levemente mi cabeza para verla con una sonrisa en su cara, pero también veo como un par de lágrimas caen por su rostro.

Camino o mejor dicho corro hasta la puerta del gran salón del cuál no dudo en salir.

Jacaerys, necesito decirle a Jace.

—¿Has visto a Jacaerys Velaryon?— Le digo apresuradamente a una doncella.

—En las torres señorita.— Dice esta tratando le lucir tranquila ante mi presencia.

Corro hasta las torres sintiendo el nudo en mi garganta crecer.

No quiero casarme, no quiero.
Lo sé ayer me acosté con mi futuro prometido pero se que ni el ni yo queremos esto.

Y si no casamos vamos a tener que copular con la intención de tener hijos, no quiero tener hijos, no todavía.

Al llegar a las torres me acerco a la torre dónde siempre nos encontramos con Jace, pero cuándo estaba por entrar escucho una voz femenina.

—¿Lo juras?— Dice aquella voz tan suave.

—Lo juro, Baela. Ella no me interesa, estoy muy feliz contigo. Visenya no es más que mi tía y la mejor amiga de mi hermano.— Y en ese momento sentí que estaba lista para morir.

Llevo una mano a mi boca tratando de callar los silenciosos sollozos que salen mi boca.

—Eres perfecto, Jace.

—No, tú lo eres mi querida prometida.— Dice este para después escuchar como deja un beso en sus labios.

¿No he dado lo suficiente?

Camino hasta mi habitación como puedo con la mano aún en mi boca sintiendo como lágrimas caen de mis ojos sin parar.

Entro a mi habitación y la cierro con llave.

Llantos ahogados salen de mi boca al sacar mi mano.

Cómo era posible que todo se haya caído por la borda. Hace unos días todo era perfecto.

El beso con Jacaerys no para de reproducirse en mi cabeza, sus palabras, esas palabras que sonaron tan reales en primera estancia.

Unos fuertes golpes se escuchan el la puerta.

—¡NO QUIERO HABLAR CON NADIE!— Grito sintiendo como mi garganta duele por eso.

—Aemma, soy yo.— Dice la suave voz de Lucerys.— Déjame entrar por favor.— Dice este sin dejar de golpear la puerta.

Me acerco a la puerta y saco el seguro para dejar entrar al menor.

—Oh Visenya, ¿pero sue sucedio?— Suelta este cerrando la puerta de un portazo.

Y cuándo el pregunto eso me derrumbo. Pero no simplemente por Jacaerys y Aemond.

Por todo.

Lucerys se acerca a mi abrazándome como si su vida dependiera de ello.

Y así fue como la platinada le confeso todo a Lucerys, todo lo que su madre y padre le habían dicho, lo escucho salir de la boca de su hermano. Las preguntas que tenía con respecto a Aemond y Helaena y le confeso que una parte de ella siente atracción hacía el chico el cuál siempre busca lastimarlo.

El menor miraba a la chica con dolor tratando de ocultar cuanto le había dolido escuchar lo último.

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Sin palabras...
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𝗪𝗜𝗖𝗞𝗘𝗗 𝗚𝗔𝗠𝗘 | 𝘩𝘰𝘶𝘴𝘦 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰𝘯 ᵀᴱᴿᴹᴵᴺᴬᴰᴬDonde viven las historias. Descúbrelo ahora