Nuevamente, como cada día, sonó el despertador, me apronté y fui a clases.
Las primeras horas pasaron bien, pero ahora me estoy dirigiendo a la cafetería y el saber que voy a ver a Jessica me produce una sensación extraña, vergüenza, tal vez.- Buenos días, ¿qué desea ordenar?- dijo un moreno alto, debe ser que hoy le tocaba cocinar a la pelirroja.
Respondí y ordené el desayuno, mis amigos hicieron lo mismo y nos dirigimos a una mesa. Ya pasaban varios minutos y yo me encontraba perdida, no quería hablar, o tal vez no podía.
- Matilde, ¿qué pasa? - preguntó Anne.
- Estoy algo dormida, anoche no descansé bien, eso es todo.
Asintieron y continuamos la charla hasta que tocó volver a clases. Llegamos a la sala y tomamos asiento, las voces se apagaron debido al sonido de las firmes pisadas de sus tacos.
- Buenos días - dijo la profesora de Economía.
Comenzamos la clase, la cual consistió de una corrección adecuada al último examen, un último repaso del tema y el comienzo de una nueva unidad.
Escuché la campana sonar y recogí mis cosas, hoy nos retirábamos antes, ya que los dos profesores que teníamos a continuación debían concurrir a una reunión.- Señorita Campbell, diríjase a mi oficina - dijo fuerte y claro la rubia.
- ¿Para qué? - pregunté.
- En unos minutos estaré allí- dijo evitando mi pregunta.
Josh me miró asustado, y correspondí su mirada con el mismo sentimiento. Me despedí de él y me dirigí a donde debía, tomé asiento frente a su escritorio y esperé su llegada.
- Bueno... - dijo la rubia entrando a la oficina - hay dos razones por las cuales la cité.
- ¿Cuáles? - pregunté dudosa mientras ella se acomodaba en su asiento.
- La primera, corresponde a lo sucedido ayer. No quiero que hayan mal entendidos, - hizo una pequeña pausa mientras me miraba seriamente - usted no puede retirarse de la institución sin un permiso, no importa su edad. Además, las relaciones entre estudiantes y empleados dentro del instituto están estrictamente prohibidas.
Me tomé unos segundos para procesar, primero, me parece absurdo que teniendo mayoría de edad no pueda retirarme cuando lo deseo. Y, segundo, ¿acaso piensa que tengo una relación con Jessica? Esta última idea me causó gracia, y no pude evitar dejar salir una pequeña risa.
- ¿De qué se ríe? - preguntó confundida.
- No tengo una relación con Jessica - dije mientras apagaba mi risa.
- Ah... - ¿"ah"? ¿es en serio que había pensado lo contrario? - la otra razón, es porque usted está castigada.
- ¿Y ahora qué hice? - dije sarcásticamente.
- Pues me ha tuteado en varias ocasiones, y el día de ayer utilizó un tono no apropiado conmigo.
- Usted también me ha tuteado, ¿cuál será su castigo? - contuvo su risa ante mi comentario.
- Tienes razón, pero ves, este es mi privilegio, yo no recibo castigos, a diferencia de ti, que has recibido demasiados para los pocos días que llevas aquí - por favor, que engreída Rebecca.
- ¿Demasiados? este es el segundo que recibo.
- Es el tercero, y agradece que no los reporto formalmente, sino estarías en grandes problemas - tenía razón, aunque me causaba curiosidad saber por qué no los reportaba formalmente, pero preferí no preguntar.
- Ajá... dígame que debo hacer entonces.
- Aún no lo decido, pero mantente alerta - dijo con una mirada curiosa - puedes retirarte.
Me levanté de mi asiento, tomé mi mochila y abrí la puerta.
- Hasta luego - ahora si se despidió.
Sonreí discretamente y me retiré. Caminé hasta la cafetería, compré mi almuerzo y me dirigí a mi habitación. Me coloqué la pijama y me senté en mi cama, planeaba dormir en ese momento, hasta que me llegó un mensaje, era mi madre.
Hola, cómo van las clases?
Un poco tarde para decidir hablarme mamá.
Bien, cómo están ustedes?
Bien
Solo eso, "bien". Aunque conozco a mis padres a la perfección, aún así me sorprende lo poco que se preocupan por alguien que no sean ellos mismos.
Un mes sin saber de mi, sin mandarme un mensaje o llamarme, y solo eso les interesa saber.
Tampoco es que yo merezca mucho más, bastantes cosas he hecho y soy consciente, pero soy su hija, se supone que deben interesarse más, ¿no?La poca paz que tenía para conciliar algo de sueño se había esfumado de mi cuerpo, así que decidí ir a la biblioteca.
Me introduje en ese hermoso lugar, y caminé hasta el fondo, recorrí varias estanterías hasta dar con un libro que me parecía interesante. Trataba de la filosofía del amor.
Nunca fui una persona interesada en el amor, o el romanticismo, pero si en la filosofía.Tomé el libro y me dirigí a una mesa apartada, estaba escondida entre unos estantes y me parecía un lugar tranquilo y solitario como para leer.
Comencé la lectura y me resultó interesante, tan así que habían concurrido dos horas y no me había dado cuenta.
Guardé el libro y me dirigí a la puerta de la biblioteca, la cual era de vidrio y daba una vista a varios lugares del internado, pero también daba una vista a el trío peligroso, que se encontraba justo frente a mí ubicado en un banco.
Abrí la puerta y en cuestión de milisegundos las miradas de los tres"monstruos" se posaron sobre mi, me analizaron y luego siguieron su camino.Llegué a mi habitación y me volví a colocar la pijama, ahora estaba suficientemente cansada como para descansar por lo menos una hora.
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Cuando nadie ve
RomanceMatilde Campbell es enviada por sus padres y en contra de su voluntad a un internado. Dejando su antigua vida y vínculos en el pasado. Allí conoce a quienes serán sus nuevos amigos e intereses amorosos, pero uno de ellos se destaca; el que sucede cu...