Los días pasaron y ya me encuentro en el internado nuevamente, mañana es lunes así que estoy aprontando mi mochila.
Termino y me dirijo a la cafetería, el reloj marca 7:12pm y se me antoja un café. Al entrar, visualizo a la pelirroja.
- Hola - le digo sonriéndole.
- Hola Matilde - dijo con una mueca extraña, pareciera estar triste - ¿qué deseas?
- Un café frío.
- ¿Algo más?
- No, gracias.
Esperé mi pedido y cuando por fin tenía el vaso en mis manos, me senté en un banco que se encontraba fuera de la cafetería. A los pocos segundos, alguien se sentó a mi lado.
- Disculpa que te interrumpa, es que las cosas quedaron raras desde la última vez.
- No pasa nada Jessica, no fue tu culpa.
- Lo sé, pero no nos hemos cruzado desde entonces - dijo decepcionada.
- No, por cierto, ¿estuviste aquí? - el no haberla visto me sorprendía, ya que he recurrido a la cafetería a diario.
- Si, pero trabajé de cocinera, solo hoy estoy en este puesto ya que un compañero no pudo venir.
- Bueno, me alegro, se que la cocina te gusta - dije con una sonrisa.
- Gracias, aunque es un trabajo agotador, y las recetas no son mías.
- ¿Has preguntado si puedes hacer tus propias recetas? Estoy segura que hasta te pagarían más - reí.
- Es que para eso tengo que hablar con la Señorita White, y desde lo ocurrido no me atrevo - rió nerviosa.
- Pero, ¿por qué no hablas con la directora?
- Para hablar con ella debes sacar turno, y no hay lugar disponible aún.
- Bueno, estoy segura de que ya encontrarás la manera.
- Eso espero, por cierto, ¿me anotas tu número? - asentí y le di mi número de teléfono - Gracias - dijo y le sonreí.
- ¿Cómo has estado estos días? - pregunté.
- Bastante bien, no he tenido mucho trabajo ya que son vacaciones y la mayoría de los estudiantes se fueron, ¿tú? ¿hiciste algo en las vacaciones?
- Estoy bien también, durante las vacaciones me fui unos días a New York, pero no estuvieron muy entretenidos.
- Bueno, al menos tu pudiste librarte del internado - dijo y reímos - si me disculpas, debo regresar al trabajo, te escribo luego.
- Está bien, nos vemos - dije y se despidió con un beso en la mejilla para ingresar nuevamente en la cafetería.
Revisé mis notificaciones y recordé que ahora tengo un número distinto, y sin querer le di el número equivocado a Jessica. Pero, como está trabajando, le avisaré en otra ocasión.
Comencé a caminar hacia la biblioteca mientras terminaba mi café, al abrir la puerta, choqué con alguien. Por suerte, mi café estaba casi terminado y no se derramó.
- Lo siento, no te vi - dije y levanté mi mirada, el destino parecía estar jugándome una broma.
- Debe tener más cuidado señorita Campbell - dijo la rubia mirándome fijamente - sígame a mi oficina.
No puede ser, ¿otra vez castigada? Quería protestar, pero elegí no hacerlo, sería peor.
Caminamos hacia la oficina, abrió la puerta, entré y tomamos asiento una frente a la otra.
- Toma - dijo extendiendo su mano con mi teléfono en ella - lo olvidaste en la fiesta.
- Gracias - dije eufórica y suspirando del alivio - pensé que lo había perdido.
- No es nada.
- Entonces, ¿no estoy castigada?
- ¿Qué? ¿por qué deberías de estarlo? - su cara de confusión me causó cierta gracia.
- Por chocarte - dije avergonzada.
- No lo estabas, - hizo una pausa - pero ahora que lo nombras, estás castigada.
- No puede ser verdad - dije frustrada, yo y mi necesidad de decir todo.
- No lo es. - mi cara demostraba lo confundida que estaba - Era una broma Matilde.
¿Y ella desde cuando bromea? Si hasta borracha es de lo más seria.
- Tu broma no es de mi agrado - dije sarcástica.
- Si me sigues tuteando, no será una broma.
- Tu también me estás tuteando.
- Pero yo soy yo - dijo sonriente, y no se si fue su comentario egocéntrico, su sonrisa, o ella en sí, pero algo se movió dentro de mi en ese momento.
- Las normas aplican para ambas, o no aplican - el comentario sonó con doble intención, lo cual no era lo que yo buscaba, e hizo que me ponga más nerviosa de lo que ya estaba.
Pareció notarlo y apoyó ambos brazos sobre su escritorio y se inclinó un poco más hacia mi.
- Si no quiero, no. - dijo aún sonriendo y autoritaria, y un escalofrío recorrió mi espalda. Luego de unos segundos, volvió a hablar - Puedes retirarte.
Me levanté intentando parecer lo más normal posible y me retiré del lugar, ¿qué estaba pasando? y más aún, ¿qué me estaba pasando?
Llegué a mi habitación, me duché y escuché música por un par de horas hasta que me entró el sueño y decidí dormir. Mañana tenía un examen, y aunque era con el cuaderno, quería estar lo más descansada posible.
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Cuando nadie ve
RomanceMatilde Campbell es enviada por sus padres y en contra de su voluntad a un internado. Dejando su antigua vida y vínculos en el pasado. Allí conoce a quienes serán sus nuevos amigos e intereses amorosos, pero uno de ellos se destaca; el que sucede cu...