Capítulo 12

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Han pasado dos días desde la fiesta, el día de ayer mis padres concurrieron a una cena junto con algunos de sus amigos, pero yo preferí no ir ya que no los conocía y tenía el presentimiento de que no la iba a pasar bien.

En este momento estoy en mi habitación, haciendo una tarea que tenía pendiente del internado.

- Matilde - dijo mi madre parada en la puerta.

- ¿Qué pasó? - respondí.

- ¿Recuerdas que ayer programamos de imprevisto una cena para hoy?

- Si.

- Bueno, la familia con la que nos íbamos a reunir, deben asistir a una fiesta y nos han invitado, ¿quieres ir?

- Está bien - no tenía nada más que hacer, y aunque no sean tan interesantes, será mejor que quedarme otra noche más encerrada.

- Bien, arréglate que en dos horas nos vamos.

Asentí y se retiró de mi habitación. A los 10 minutos terminé la tarea que tenía pendiente y me duché, sequé mi cabello y me maquillé. Opté por un vestido largo, gris y con abertura en la espalda.

- Entonces si te gustó el vestido que te traje - dijo mi madre, orgullosa de su compra.

- Si - reí.

- Vamos, tu padre nos está esperando.

El viaje hacia la fiesta fue de unos 45 minutos, que parecían haber valido la pena en cuanto ingresé al lugar. No era una fiesta típica de negocios, sino una fiesta de cumpleaños, por lo cual era un ambiente más interesante.

Afortunadamente, el cumpleañero festejaba sus 25 años, por ende, habían personas más cercanas a mi edad. Normalmente, no disfruto estar rodeada de este tipo de personas, pero al menos es mejor que estar rodeada de viejos.

La fiesta consistía primeramente de una cena y luego se transformaría en una especie de discoteca. En el salón habían múltiples mesas redondas de 8 asientos cada una, los cuáles tenían nombre y apellido de las personas que se sentarían en el lugar.

Encontramos nuestra mesa y tomamos asiento. A mi izquierda se encontraba mi madre, luego mi padre y a continuación, un señor siguiéndole de un niño de aproximadamente 10 años junto a su madre. Asumo que, estos tres, eran la familia con la que nos íbamos a reunir.

Mis padres entablaron conversación con la familia mientras yo tomaba champán agradeciendo que los dos asientos restantes a mi derecha estaban vacíos.
Pero como siempre, nunca hay que cantar victoria antes de tiempo.

- Buenas noches - dijeron unas voces femeninas a mis espaldas, para luego sus respectivos cuerpos tomar asiento en los lugares vacíos.

- Buenas noches - correspondí mirando a mi copa, imaginándome lo incómoda que sería la cena, pero peor fue cuando volteé a ver a las mujeres.

Se trataba de la profesora de economía, junto con la señora que la acompañaba en la fiesta del otro día, asumo que es su madre, ya que poseen mismo color de cabello y ojos. La mayor, se encontraba junto a mi y luego la joven junto a la madre del niño. Al menos, no me tocaba estar pegada a mi profesora.

Por un momento me sorprendió verla, pero de haber sido más lista y haberme tomado el tiempo de leer el nombre correspondiente a sus asientos, no me hubiese sorprendido.

El verme, también le causó sorpresa, lo noté. Es que, jamás en mi vida la había visto, en ninguna de las fiestas o cenas que he concurrido anteriormente, y me parecía curioso que ahora siendo ella mi profesora, la viera en las dos fiestas.

Cuando nadie ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora