-Estas mintiendo- oí que se le cortaba la voz al otro lado del teléfono.
-No estoy mintiendo Seb, como voy a jugar con esto.
-¿Por qué no me dijiste? ¿En que parte de México estas? - preguntó alterado.
-Estoy en casa de Sergio, no te lo dije porque han sido días difíciles, no creas que todo es miel sobre hojuelas, no hay día en que no llore, en que no recuerde, estuve muy grave en el hospital.
-Es que no me la creo- escuché que pegó un grito de desesperación, dolor, empezó a llorar demasiado fuerte.
-¡SEB SEB!- trataba de hablarle, pero era claro que no me escuchaba.
-Luego hablamos- me dijo volviendo a tomar el celular.
-No vayas hacer alguna estupidez.
Me colgó.
Me puse a llorar y me enredé en las sábanas, no quería que nadie me escuchara.
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-¡_______! ¡_______! – oí que decían mi nombre mientras tocaban la puerta, me había quedado dormida de tanto llorar.
-¡Mande!- trate de disimular mi voz.
-Nos vamos como en una hora para que estes lista- era Paola, hermana de Sergio.
-Si, me apuro.
Con todo el peso del mundo, me levanté a bañarme, me puse un outfit casual y claramente acompañado de unos lentes, para que no se viera todo lo que eh llorado.
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La comida estuvo tranquila, los Antonios habían pedido mariachi y se la habían pasado cantando, comimos pasta, lo que me trae muchos recuerdos con Sergio y las noches de hoteles en otros países que siempre pedimos pasta.
Llegué a la casa, agotada a más no poder, pero hablé con Sergio un ratito, me preguntó que como me sentía y afortunadamente este día me sirvió, ya que me sentía demasiado bien, mis energías habían subido, a pesar de lo que pasó en la mañana (la llamada con Vettel), el hecho de haber salido a comer y despejar un poco la mente funcionó.
