Capítulo 27

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Capítulo 27. Todos los que están con nosotros

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Jungkook no era el tipo de personas que lloraba con facilidad. E incluso cuando era pequeño, y no tenía una madre que le abrigase, apretaba los puños y se encogía bajo una fina manta en el más absoluto silencio. Si caía al suelo y se raspaba las manos y rodillas, él se levantaba sin ayuda. Se sacaba las espinas de sus propios dedos con unas pinzas metálicas, y después, volvía a escalar por el mismo tronco para ver desde lo más alto del árbol.

Esa madrugada fue la más fría de otoño que recordaría. Lejos del bosque que incendió decenas de hectáreas silvestres, entre víctimas, sangre seca y cenizas, los recuerdos de esos ojos grises que una vez le miraron y le juraron que permanecerían a su lado, se desvanecieron como si el viento se llevase unas hojas secas.

La contención de sus lágrimas le asfixió cuando se sentó en uno de los bancos de mármol del pasillo que daba al ala médica privada de palacio. Ahora era el refugio de decenas de personas, de guerreros heridos y de los supervivientes que lograron escapar con vida. En una esquina apartada, Freyja miró a Jungkook con unos iris piadosos, brillantes y rojizos por haberse estado restregando con los puños. Le ofreció una bolsa de sangre para que él se administrase y se preocupó de su estado emocional mientras el resto se recuperaba.

—Ten. Tú también necesitas recuperarte —le dijo con voz ronca—. ¿Quieres algo más?

Jungkook la tomó en silencio, Freyja desvió la mirada aceptando su evasiva. Se cruzó de brazos y vio pasar a un par de personas que salieron de la enfermería.

—Él... —masculló Freyja con los iris perdidos—. ¿Qué debería decirle a... el Concejo?

—Que nos ha salvado la vida a todos —contestó Jungkook lentamente, con decisión y veracidad—. Kim Seokjin nos salvó la vida... a todos...

La moroi tragó saliva pesada, liberó un profundo suspiro y se adueñó de las palabras de Jungkook para hacer justicia. Antes de largarse, miró de soslayo al más joven con la duda sobre cómo mostrarle el afecto que contenía. Los dos eran muy parecidos en eso, y sabía que, si intentaba abrazarle, ella sería la que rompería a llorar como niña.

—Taehyung está adentro, creo que han terminado de hacerle las pruebas médicas —comentó su progenitora para alentarle—. Está todo en orden. Puedes entrar a verle cuando quieras.

La mujer se dio media vuelta y atravesó el largo pasillo del ala médica de palacio. Sus botas resonaron sobre el brillante suelo de mármol dorado. Jungkook se dio un momento para sorber otro trago hemoglobínico que le ayudase a contraer la dilatación instintiva de sus pupilas strigoi. Gracias al alimento, sintió la cabeza mucho menos embotada que un rato antes. Se había cambiado de ropa y aseado superficialmente, mientras el clan de Yul se refugiaba del sol bajo el mismo techo que el príncipe y la comunidad les había ofrecido.

Jungkook aún tenía la empuñadura de una de las cimitarras que le regaló Seokjin. La hoja había perecido durante su enfrentamiento a Ryuk, pero en la base de esta se encontraba el grabado de la flor de Tigridia y su empuñadura escarlata no estaba tan desgastada como esperaba. La otra la había perdido en el bosque, como él a Seokjin. Pero la solitaria y ahora inútil espada corta que le quedaba, la llevó en su cinturón planeando darle un destino mejor.

«Quizá podía reconstruirla en una buena armería, puede que necesitase visitar otro continente para encontrar una buena fragua», se dijo distraídamente.

Tik Tak Thirst [Vol. 3] ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora