6. Dylan

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Llego con la botella en la mano a la tumba de Gael.  Llevaba cerca de dos meses sin venir.

—Hermano.—Cojo un buche de la botella y echo un poco sobre su tumba—. Pensé que no volvería a sentir en lo que quedaba de mi jodida vida.

—La he vuelto a ver —expreso al viento—. Si vieras lo preciosa que está.

—Te echo de menos ¿sabes? —me doy otro buche.

Él sonido de mi móvil me hace prestarle atención.

—Dime —contesto de mala manera.

—Hola guapo —expresa alguien de otro lado de la línea. No tengo idea de quién demonios es—. Soy Alana.

¿Alana, Alana? Trato de recordar ese nombre. Me toma algunos minutos. Es la hija de algún empresario, aquella que se acercó a mí en la fiesta Society Harmony.

—Quería invitarte a una fiesta que se hará en la playa China Beach —dice—. Tal vez te guste…

—Tal vez sí… —le digo. No sé porque iría a una fiestas de adolescentes, pero, tampoco tengo otro plan.

—¿En serio? —expresa contenta—. Está bien. Nos vemos ahí.

Cuelgo sin decir alguna palabra más.

—Nadie volverá a complicarme la vida —hablo al viento.

—Lamento no haber venido hace mucho tiempo. Te quiero hermano.

Voy a esa dichosa fiesta de niños.

Alana me habla pero yo no la estoy atendiendo, mis ojos buscan con la mirada a Alessandra, está allá a unos metros. Está con otra chica, que creo recordar. No sé separaban cuando eran más chicas. Por lo que veo la amistad sigue intacta.

¡No puede ser joder!

Ahora mismo estoy furioso. Cada lugar de esta jodida ciudad me lleva a ella. ¡No quiero hacerle daño joder! Pero cada vez que la veo una parte de mí solo recuerda como se fue, sin despedirse, justo cuando más la necesitaba. Y me duele, me enferma, me molesta.

— ¿No hay nada de tomar por aquí? —le digo a la chica—. Me está aburriendo esta fiesta.

—Si quieres podemos ir a otro lado —me dice con una sonrisa.

La observo. Ahora mismo, la llevaría a un hotel y me la follaría hasta que me cansara tanto que ya no me quedaran ganas de pensar en cualquier cosa que tenga que ver con Alessandra.

— ¿Sabes tú a quién le estás hablando? —indago simulando una media sonrisa—. Te aconsejo que no repitas eso dos veces. Te puedes arrepentir.

Ella sonríe y va a hablar, pero, la interrumpo.

—Mejor vamos a buscar un trago —le digo.

Caminamos varios pasos, por el medio de la decenas de adolescentes eufóricos y llegamos a una especie de barra, pero, a modo playera. Con varias mesas una a continuación de la otra, sobre la que habían botellas de ron y vasos rojos de plástico.

Me sirvo ron en un vaso.

—Ya se te ha convertido en una obsesión lo de las chicas mucho más pequeñas que tú —susurra una chica a mi oído.

Sabemos su nombre.

La miro a los ojos, los de ella ya me esperaban.

—Creo que sí —le contesto un poco bajo para que la niña no se de cuenta de nada.

— ¿Nos vamos? —pregunta la chica—.  Te voy a presentar a mis amigas. Les encantará conocerte.

Alessandra sonríe. Ahora mismo solo tengo una cosa en mente: follármela.

Inmune a ti [Inmunes 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora