20. Alessandra

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Otro día de luna de miel, otro día de castigo. Quisiera tener el poder de cerrar mis ojos y cuando los abra no estar en esta situación. Esto debe ser una mala jugada de la vida, por todas las malditas veces que decía en voz alta que mi vida era casi perfecta.

Abro mi cartera y me tomo la píldora. Tomo un libro y decido ir hasta la orilla de la piscina. Levantarme y no ver a Bruno se siente de puta madre. Ojalá y le apareciera alguna chica en el hotel.

—Buenos días esposa —esa voz que me repugna. Le muestro una sonrisa lo más finjido que puedo y sigo concentrada en mi libro.

Al pasar unos cinco minutos levanto la vista del libro. Es como si alguien mirara fijamente y molesta. No sé si alguna vez han tenido esa sensación de que alguien los está mirando y así es. Pues, me está pasando, así que recorro con mi mirada el lugar hasta que encuentro a una chica observándonos u observando a Bruno. Ojalá y sea esa opción, necesito que se distraiga con alguien más.

—Iré por algo de beber —le digo a Bruno. Él intenta decir algo pero no le doy tiempo.

—Un jugo por favor —pido a una mujer que responde con una sonrisa.

— ¿Él hombre que te acompaña es tu hermano? —pregunta alguien a mi lado. Cuando giro mi cara a su dirección me encuentro con la chica que hace poco está mirándonos.

—Mi marido —expreso. Ella asiente, pero su cara se torna algo molesta—, pero por desgracia —Su rostro cambia a asombro—, así que si deseas ir a por él, adelante.

—Es raro que una mujer regale así a su marido...

—Es raro que tú qué estás interesada en él vengas a preguntarme específicamente a mí. Segura estoy que no te creías eso de que éramos hermanos —la interrumpo.

Ella se queda un momento en silencio.

—Es cierto —dice haciendo que ambas riéramos.

—Me llamo Rita —informa y me extiende la mano.

—Soy Alessandra —le devuelvo el saludo.

—Lo siento por mi atrevimiento —expresa—, pero, ¿por qué es una desgracia estar casada con él?

—Me tiene obligada —confieso—. Es una maldita obsesión lo que tiene conmigo. Yo amo a otra persona. Desgraciadamente él tiene pruebas contra mi chico y aquí estoy cumpliendo como su esposa, una verdadera tortura. Él incluso ha mantenido una relación con su secretaria, pensé que al fin me dejaría en paz y se iría con ella, la chica estaba embarazada, sin embargo, se comportó como un animal con ella. Recibí un disparo ese mismo día.

—Qué historia tan trágica —expresa—. ¿Fue su secretaria quién te disparó?

—Pienso que sí, puesto que no había nadie más que podría hacerlo —digo.

— ¿Y qué sucedió con ella? —pregunta—. ¿La denunciaste?

—No —comento. Ella me mira con asombro—. No hice nada. No la he vuelto a ver.

— ¿Te importa si me acerco a él? —inquiere con una sonrisa.

Hay mujer masoquista, pero esta está a otro nivel. Yo querría estar a kilómetros de este hombre.

—Para nada —respondo con una sonrisa. Y no la finjo, puesto que si estoy feliz de que al fin logré quitármelo de encima.

Termino mi jugo y subo a la habitación, necesito escribir un poco más sobre mi novela.

Me dijo su nombre y automáticamente mi celebro imaginó un millón de cosas que se resumían en la frase "este es el hombre que quiero para mi vida".

Inmune a ti [Inmunes 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora