30. Alessandra

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Me quedo en shock. Dylan no puede ser mi hermano. Me he enamorado de mi hermano.

— ¡No puede ser joder! —grito. Estoy hecha furia— ¡Cómo se te ocurre contarme esto ahora! Sabes que me he acostado con mi hermano ¿No?

—No lo sabía princesa —Mi papá se acerca, yo me alejo alterada—. ¿Ustedes se han acostado posteriormente de regresar?

—Sí —grito—. Estuvimos después. ¡Cómo puede ser que el amor de mi vida lleve mi sangre!

Rompo en llanto.

—Es el padre de mi hija Michel Swan...

— ¡¿Qué?! —dice con asombro.

—Como lo oyes —respondo—. No le he hecho prueba de ADN pero cuando me hice el ultrasonido el tiempo de embarazo coincidía con la última vez que estuve con Dylan. Acaso no ves como se parecen.

— ¡Lo siento hija! —Él se acerca a mí y yo retrocedo.

&Márchate padre —le digo—. Necesito estar sola.

***
Han pasado más de dos semanas. No he hablado con nadie, solo me ocupo de mi pequeña traviesa.

Bruno no me comenta nada del tema, ni siquiera se asombró cuando le dije la noticia.

He tenido llamadas perdidas de mi padre y otras dos de Emily. Mi mamá también me ha llamado, que está muy emocionada por ser abuela, esta vez anda por Roma.

Le coloco a Ashley un pulover pequeño color blanco y un pantaloncito de mezclilla razgado. Mi hija está hermosa. Por último, unos tenis blancos. Me vuelvo loca por su ropita.

Me visto igual que la vestido a ella. Tenemos varios conjuntos parecidos. Si por mí fuera, tuviéramos muchos más, pero lastimosamente la tienda no disponía de más conjuntos iguales.

Iré a hablar con Dylan. Este tema me está volviendo loca. Que juego más malévolo del destino, conocer al amor de mi vida y que resuelte ser mi hermano.

Le marco a Dylan, no contesta. Era de esperarse, aún está demasiado cabreado conmigo por marcharme.

Recurro a otro método. Le marco a Aiden.

— ¿Ale? —pregunta.

—Sí —contesto—. Aiden, disculpa que te moleste ahora, pero necesito un favor importante. Dylan no me contesta el teléfono y tenemos que hablar un tema delicado. ¿Podrías decirle que estoy de camino a su casa?

—Estoy aquí —contesta—. Él te esperará —escucho a alguien quejarse, debe ser Dylan.

—Gracias —digo.

Le dejo una nota a Bruno que no se preocupe que volveré pronto a casa. Lo hago porque si llega y no nos ve se volverá loco.

Al llegar a casa de Dylan doy dos toques en la puerta y espero a que abra. A los segundo lo hace.

Siento una mezcla de emociones que no sé explicar. No lo veo como mi hermano, me cuesta y mucho. ¿Por qué demonios nuestros padres permitieron esto? Nos enamoramos hace muchos años, ellos estuvieron al tanto. No tengo palabras para describir esto, tampoco sé ya quien tuvo más culpa.

Lo primero que hace Dylan es mirar a Ashley, ella extrañamente le sonríe y le extiende las manos. A mi papá no le correspondió un abrazo por no conocerlo, lo mismo debió pasar con Dylan, pero no, desde la primera vez que lo vio le mostró afecto.

— ¿Qué se supone que haga? —me pregunta sorprendido.

—Quiere que la cargues —comento.

Él me mira durante unos segundos y finalmente asiente. Extiende sus manos hasta Ashley y la carga.

—Entra —me dice serio.

Vamos a la sala y nos acomodamos en un sofá. Acomoda a Ashley sobre sus piernas, ella se entretiene con su mano.

—Dylan... —le digo y no sé cómo continuar—. Hay algo importante que quiero decirte... —Vuelvo a quedarme callada, buscando las palabras precisas para hablar —Mi padre... —y me cuesta trabajo decirlo—. Es tu padre...

Dylan se pone tenso.

—Ya lo sé —expresa—. Ese fue el motivo por el que tuve el accidente.

—Me está costando demasiado verte como hermano —le digo—. Lo intento muchísimo, pero no lo logro.

—No te atormentes por eso —responde tranquilo—. Tú no tienes culpa de lo que ellos hicieron mal.

—Como no me voy a atormentar — digo mientras me levanto del sofá muy intranquila, moviéndome de un lado a otro—. Me enamoré de mi hermano, me cogí a mi hermano, le di una hi... —iba a decir algo más, pero me detengo.

Él se levanta del sofá con Ashley nuevamente en sus manos.

— ¿Qué ibas a decir? —pregunta curioso.

—Nada —respondo—. Estoy muy nerviosa.

—Alessandra —Dylan coloca su mano en mi cuello. Y maldigo en mi interior unas dos mil veces pues ese simple roce me estremece por dentro—. No pasa nada.

—No lo entiendes Dylan... —Paso mi mano por mi frente.

La niña lleva su manito a la cara de él.

—Pa...pa —vuelve a pronunciar. Él la mira incrédulo, coloca su mano sobre la manito de ella.

Muero con la complicidad que hay entre ellos.

Ashley señala con su dedito hacia el cristal que muestra el exterior de la casa. Dylan sale con ella. La pequeña observa todo hasta que se mueve tratando de que Dylan la suelte. Él la coloca en el suelo, ella da dos pasos pero se cansa, él vuelve a cargarla. Ella le sonríe. Intenta nuevamente bajarse de sus brazos, él se lo impide.

— ¿A quién habrás salido tan inquieta? —expresa con una leve sonrisa.

Mi vista se dirige hacia aquel pedacito, dónde hay una manta y varios cojines. ¡No puedo!

Me acerco a ellos y la tomo en brazos.

—Ya me marcho —le digo y él asiente—. Que estés bien.

Camino en dirección a la puerta. No quiero irme, pero, quedarme no es una opción.

—Alessandra —me detengo ante su llamado. Dylan se acerca a nosotras, deja un beso en mi mejilla y otro en la cabecita de Ashley—. No te atormentes.

Inmune a ti [Inmunes 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora