27. Alessandra.

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Han pasado dos años. No diré que soy feliz, pues haberlo perdido y estar lejos de las personas que quiero me ha dolido cada maldito día. Pero, dentro de tanto sufrimiento mi corazón aún late fuerte por una carita angelical, unas manitos y unos piecitos. Me aferré a mi niña para seguir viviendo y luchando cada día. Ser mamá es la bendición más grande de mi vida.

Bruno ha cambiado. Muere por la niña. No me ha vuelto a pegar, tampoco me ha obligado a tener sexo. No me he acostado con él y no lo haré. Sabe que estoy aquí a su lado porque me trajo a la fuerza.

Por otra parte, mis padres me han llamado varias veces para saber cómo estoy. No les he contado nada de que son abuelos y le he prohibido a Bruno hacerlo, pues si pasaré el resto de mi vida encerrada aquí, no quiero sufran el no poder conocer a su primer nieto.

Las chicas también me han hablado, Eileen tuvo un precioso varón. Les he enviado fotos de Ashley y están como locas. Incluso he hablado con Aiden y Liam. No he preguntado por Dylan y ellos tampoco me han comentado nada. Espero que esté bien.

Emily también me llamó varias veces hasta que se aburrió de que no le contestara.

Perdí el trabajo en la editorial, era lógico, debido a mis problemas ya no iba. Tengo el libro que le escribí a Dylan casi terminado, pero, no creo que tenga oportunidad de enseñarlo al mundo.

Escucho la puerta abrirse. Por ella pasa Bruno con mi pequeña junto a un oso enorme en brazos.

—Creo que no tenía uno así —dice entre risas. Desde que nació le compra osos enormes. Tiene alrededor de seis.

Rodeo los ojos.

—La estás consintiendo desde muy pequeña —voy hasta ella y le abro las manos. Ella ágil se tira a mis brazos.

—Mientras yo viva a ella no le faltará nada —comenta. Cómo me gustaría escuchar estás palabras de otra boca.

La niña tiene rasgos muy particulares de Dylan. Es que la observo y me recuerda a él. Sus ojos, la cejas, es su mini versión en mujer.

—Donde está la princesa más hermosa de este mundo —digo mientras la lleno de besos y ella sonríe.

Me muero en esa sonrisa.

La acuesto en la cama a mi lado y le canto canciones. He tenido que ver más de doscientos videos de música infantil para poder cantarle a mi hija para que duerma.

Ella se mueve de un lado a otro. Tiene intensión de todo, menos de dormir.

—Abraza a mamá —le digo. Ella me mira y sonríe. Le abro los brazos y se abalanza sobre mí. Vuelvo a llenarla de besos.

Encima de mi le canto nuevamente una canción. Al principio movía la cabeza de un lado a otro hasta que se quedó quieta y se durmió.

La acomodo en su cuna y le beso la cabecita.

Tomo el cuaderno, un bolígrafo y voy hasta mi rincón a escribirle una vez más a él. Ya no quedan casi hojas en blanco en el cuaderno. Le he escrito cada semana de cada mes.

Hoy es otro de esos días en los que miro a mi pequeña y no puedo evitar pensar en ti. Me pregunto cómo pudo estar nueve meses en mi interior y salir igualita a ti. No sé si algún día le podrás ver esos ojitos hermosos y sentir su manito que se queda pequeña dentro de la tuya. Pensé que moría con tu sonrisa, pero cuando ella me sonrió por primera vez, ahí si que morí de amor. Si supieras lo que se siente cuando le abro los brazos y ella se abalanza sobre mí. Te has perdido los mejores momentos en la vida de un padre, tal vez y aunque hubieses tenido la oportunidad no la hubieses aceptado, pero te negué la posibilidad de elegir. Igual y ten por seguro que si algún día nos volvemos a encontrar yo le diré a mi hija "Ves a ese hombre pequeña, ese hombre es tu papá".

No he preguntado por ti, aunque lo he deseado con todas mi ganas cada vez que hablo con nuestros amigos. Quiero pensar que estás bien, que has logrado ser feliz. Yo no he dejado de extrañarte ni un maldito día. Te dije que fuiste, eres y serás el único hombre para mí y no he mentido. No he estado con Bruno y no estaré, pues desde la última vez que me tocaste me encargué de que en mi cuerpo se quedara a fuego grabado tu nombre. No quiero otras manos en mi cuerpo que no sean las tuyas, tampoco que me besen otros labios que no sean los tuyos, sé que esto implica no volver a tener sexo en mi vida, pero no me importa, prefiero morir en abstinencia que entregarme a otro hombre que no seas tú. Te amo, te amo en tus peores momentos, te amo acabado de levantar, te amo cuando estás de los nervios, cuando estás enojado, cuando ni tu mismo te soportas. Te amo mientras ríes, mientras estás serio. Te amo follando, te amo desnudo, te amo hablando, te amo vestido. Te amo mujeriego, te amo arrogante. Te amo en todas tus facetas, te amé antes y te volví a amar ahora.

Te quería para caminar de la manos. Sentarnos a mirar el atardecer en la playa mientras te tomas un whisky y si nuestro alrededor lo permitía besarte intensamente y sentir el sabor del whisky en tu boca. Te quería esperándome en el altar mientras mis nervios revolucionaban como mi primera vez. Te quería para unas cogidas después de leer ese libro erótico que alteraba todos mis sentidos. Te quería para que corrieras por mis antojos o para volverte loco con mis hormonas. Para reír o llorar, para un millón de abrazos después de hacer el amor. Para largas conversaciones sobre una hamaca. Te quería conmigo, a mi lado o sobre mí. Te quería para el presente y el futuro. Y aunque no conseguí lo que quería, tengo lo que nunca ninguna otra mujer logrará de ti.

Termino de escribir, cierro el cuaderno. Escucho a mi peque llorando y me apresuro a buscarla. Ya Bruno la tenía en brazos cantándole. Me acerco a ella y la tomo en brazos.

—Es hora de volver —dice para mi asombro Bruno.

—¿Qué? —indago. Necesito asegurarme que escuché bien.

—Regresaremos a casa —expresa besando la cabecita de la peque—. No quiero que mi hija viva toda su vida encerrada aquí.

—Ya hemos hablado de eso Bruno...

—Ella es mi hija Alessandra —expone —. Mientras que viva será mi princesa, no le faltará nada.

—Él padre...

—Soy yo —me interrumpe—, y no hablemos más del tema.

Inmune a ti [Inmunes 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora