15. Alessandra

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El teléfono suena. Yo lo escucho muy lejos. Doy vueltas en la cama. Vuelve a sonar el teléfono.

Estiro la mano y lo tomo de la mesita.

Hay dos mensajes de texto. Uno de Bruno y otro de Dylan. Abro primero el de Dylan

No tienes que preocuparte de nada. Ya lo he resulto

Siento un gran alivio. No es agradable que te vean más personas follando en un auto. Pero bueno, es mi culpa, por pensar más con la de abajo que con el cerebro.

Abro el mensaje de Bruno.

Te espero aquí en casa antes de que vayas a la editorial. Te tengo una sorpresa.

No creo que esté para sorpresas.

Bajo protesta me levanto de la cama y voy directo a la ducha. Después de un baño voy hasta el armario y tomo lo primero que veo. Un vestido color crema ajustado. Y unas sandalias de tacón discreto. No me seco el pelo. Aplico un brillo en mi labios y concluyo con el perfume.

¡Ya está!

Voy a la cocina y saludo a Mily.

—Buenos días mi niña —saluda y me coloca ella un plato sobre la mesa.

—Gracias Mily —le sonrío.

Tomo una tostada y le unto mermelada.

— ¿Dónde está la princesa de papá? —indaga mi padre y me da un beso en la cabeza—. Buenos días cariño.

— ¿Señor le sirvo el desayuno? —pregunta Mily

—No Mily, gracias —responde—. Tengo una reunión importante.

Y en esto no hemos convertido como familia. Ya no siquiera desayunamos juntos. Pasan días y no nos vemos.

—Adiós cariño —dice y se marcha.

—Mily ¿Dónde está mi mamá? —pregunto.

—Ha salido muy temprano —responde.

Termino de desayunar y me marcho a casa de Bruno. Ojalá que no tenga alborotadas las hormonas, no tengo ganas de nada.

Mi teléfono suena. Es Keira. Lo cojo y pongo el altavoz.

—Hola —contesto.

—Ale ¿quieres acompañarnos hoy en la tarde a por unos helados y unos dulces, Eileen y sus antojos —comenta y río.

—Está bien Kei. Nos vemos en la tarde.

—Muy bien. Hasta luego.

Llego a casa de Bruno. Abro la casa con la copia de la llave que él me hizo.

—Bruno —grito.

—Aquí en el cuarto —dice.

Oh no. Que no sea sexo, que no sea sexo —cruzo mis dedos

¿Cómo puedo casarme de esta forma? No soy capaz ni siquiera de entregarme a él.

—Hola —lo saludo.

Él agarra mi mano y tira de mí. Me da un beso y yo no siento nada.

— ¿Cuál es la gran sorpresa? —pregunto cuando se acaba el beso.

—He preparado todo para celebrar nuestra boda la próxima semana —suelta de pronto y temo que me de un desmayo ahora mismo.

¡¿Quéeeeeee?!

— ¿Qué dices? —interrogo mientras me separo de él.

—Que nuestra boda se celebrará la próxima semana —repite—. Ya me he encargado de todo.

Inmune a ti [Inmunes 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora