T R E S | T E A T R O 🎭

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«Odiaba las personas que juzgaban a otras sin conocerlas, pero él no me daba otra opción»

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«Odiaba las personas que juzgaban a otras sin conocerlas, pero él no me daba otra opción»

Milly.

La joven Milly acababa de entrar al escenario, donde solía preparar las obras de teatro junto con su profesora de dicho lugar. Amaba el arte, el teatro, todo lo relacionado con él y, aunque no le gustase actuar ni mucho menos ser el centro de atención en dicho sitio, adoraba ver actuar a sus compañeros de teatro.

Después del accidente de coche, ella había decidido cambiar de aires, dejar de ser la animadora del equipo para centrarse en algo que deseaba a futuro como el teatro. Quería dirigir obras, crearlas y en ese momento, había escrito una obra de teatro en el que la profesora se había enamorado y había decidido recrearla en la próxima función que tendrían a final de ese mismo año.

Cada día, al menos una hora, la joven Milly llegaba a la misma hora para esa actividad a la que adoraba.

Sabiendo que su profesora tardaría en llegar y que ella tendría que empezar el casting para encontrar alumnos que actuasen en la obra de teatro, dejó su mochila sobre la mesa, sacó el guión y empezó a anotar cosas en su libreta antes de que cierto bulto llamase su atención.

La muchacha de cabello dorado, al girar su cabeza, arrugó su entrecejo al ver como un joven de su misma edad, unos 18 años, se encontraba recostado en uno de los asientos con los auriculares puestos escuchando música bastante ruidosa y lo suficientemente alta como para que ella lo escuchase desde esa distancia.

No lo conocía, tampoco le importaba, pero su enfado fue suficiente al ver que molestaba en aquel lugar y, con paso decidido, caminó, haciendo que sus botas hicieran ruido en el suelo, sonando eco en el amplio lugar.

Se puso frente a ese joven rubio recostado en el asiento del teatro y, con las manos cruzándolas sobre su pecho, dijo;

—Oye, ¿vas a quedarte ahí todo el día? Porque para eso prefiero que te vayas —sugirió, odiando que hicieran ruido en ese lugar.

El joven rubio, abriendo uno de sus ojos azules y como si no le importase en lo absoluto, miró a la rubia que tenía a menos de un metro de él y, esparramándose más en el asiento, abriendo totalmente sus piernas con mala educación, sonrió, mirando las montañas de la joven Milly. El cual le dejaba unas vistas perfectas al juntarlas tanto por el cruce de brazos.

—Mi profesor me ha dicho que venga aquí y no me queda otra. —Elevó la ceja y miró a los ojos marrones de Milly para continuar, chulesco. —Doncella, tendrás que aguantarme. Pero no te preocupes, que no molestaré.

Ella, sin moverse ni un solo centímetro y viendo como volvía a cerrar sus ojos, negó con la cabeza para responder;

—No en mi teatro.

Dio media vuelta para marcharse y así tomar entre sus manos una pala y un cepillo para barrer, volvió a su posición inicial frente a él, tirándoselo entre las piernas tan abiertas del joven, aprovechó para quitarle los auriculares y el móvil.

A Escondidas [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora