Las hermanas Russell han pasado por una horrible experiencia que las ha cambiado por completo.
Milly es la más popular, la más hermosa y con un novio que es el capitán del equipo. Pero ese hombre no la hace feliz y la tóxica relación que tienen la h...
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«Quería hablar con ella, decirle lo que sentía, sin miedo. Solo necesitaba verla una vez más y asegurarme de que estaba a salvo»
Maverick.
Una joven pelirroja entró a la habitación de hospital en la que estaba su hermana tras aquella horrible paliza que había recibido a manos de su ex pareja.
Un fuerte olor a productos de limpieza hacía que a cualquiera se le despejara las ideas y te recordara en cada instante en el sitio en el que te encontrabas. Así se sentía Jamie, a pesar de lo mal que se encontraba anímicamente por su hermana.
Sus pasos fueron más lento de lo normal, quizás porque no sabía como se la encontraría o, quizás también, porque le recordaba cada segundo de lo que había vivido hacía 2 años en ese mismo hospital. Tras el accidente de coche, odiaba los hospitales por muchos motivos, apenas era capaz de pensar en ellos. Y ahí estaba aquella joven, olvidándose de todos esos prejuicios, de esos miedos, tras sentir que la vida la estaba empujando hacia el camino que menos quería pisar.
Y fue ahí cuando vio a su hermana, llena de cables alrededor, con el rostro lleno de hematomas, un ojo hinchado y cortes por su rostro, brazos y cuello. Y lo peor de todo es que los ojos de Milly estaban cerrados, sin apenas moverse.
El pitido de una máquina hablaba por ella y eso era lo que más le dolía a la mayor de las hermanas, que se acercó a la pequeña, sentándose a su lado y tomándola de la mano.
—Te quiero.
Fue lo primero que alcanzó a decir Jamie a pesar de que las lágrimas y la voz entrecortada no la dejaban hacer nada más, ni poder ver con claridad como en cualquier otro momento. Ese momento fue crítico para la joven.
Observaba como las enfermeras habían tomando el cabello rubio de Milly y se lo habían recogido hacia un lado para evitar que el cabello molestase, por lo que se podía ver mejor el rostro de la muchacha.
Aquello la enfadó más, saber que una persona le había hecho eso a la persona que más quería en ese mundo.
Trató de aguantar, de controlarse para no recorrer todo el hospital en busca del cobarde de Lewis.
Y confesó;
—Y no te lo digo lo suficiente. Pero te quiero —suspiró, sin dejar de mirar a Milly acostada en aquella cama. —Tienes una vida por delante, tienes que ser la persona que realmente eres feliz siendo, tienes que irte a la universidad de tus sueños, perseguirlos y cumplirlos... Solo quiero que estés ahí conmigo, siempre, ya sea al otro lado del cuarto, o en la otra punta del país... —murmuró, sorbiendo por la nariz. —Sé que siempre escucharé tu voz y que siempre me apoyarás allá a donde vayas.
Jamie se acercó a ella y la besó con dulzura la mejilla dañada de la joven. Milly ni se inmutó, estaba inconsciente y, nuevamente, solo era capaz de escuchar los pitidos de la máquina monitorizando los movimientos del corazón de la joven rubia.