Capítulo 32: ¡Me gustas!

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—Su padre te matará si se entera que le hiciste un chupón a su hijo.

—Por eso te pido maquillaje, Konoha.

—Es de mi hermana. Apúrate en usarlo y cuídalo.

—Gracias.

Akaashi estaba sentado en el vestuario, con una mirada preocupada sobre Bokuto. El mayor, alegre y orgulloso por ver una marca en el cuello de Akaashi, se acercó con la bolsa de maquillaje.

—Bien, esto es de la hermana de Konoha.

—¿Crees que me servirá?

—Claro que sí —se sentó a su lado—. Solo tienes que tener fé.

—La próxima vez, sinceramente espero que me hagas un chupón donde nadie lo vea, Bokuto-san.

Alzó sus cejas.

—¿Próxima vez, Akaashi?

—Cállate.

Murmuró avergonzado.

—¡Cállame! —se ganó una mala mirada por parte del menor, haciéndolo reír—. Ya, ya. No te molestaré, gruñón. Mejor veamos cómo tapar esto.

Akaashi suspiró, tomando su teléfono.

—La página dice que tenemos que usar base de mi tono de piel y luego polvo para sellar el maquillaje o algo así.

—Bien... —Bokuto abrió la cartuchera y se encontró con muchos objetos—. Supongo tendré que buscar algo llamado «base».

—En las fotos parece ser una botella pequeña. Fíjate si no ves una como esa.

—¿Crees que es esta?

Akaashi miró.

—Sí. Dice «base» ahí.

—Ahora deberíamos ver si es tu tono de piel...

Por suerte lo fue. Bokuto aplicó suavemente el líquido sobre la marca, procurandose de no molestar a Akaashi ni causarle dolor, ya que este, anteriormente, le había dicho que era un moretón.

Por cada movimiento que realizaba, intentaba robarle un beso al menor. Al principio Akaashi no se negó, pero Bokuto comenzaba a hacerlo solo para molestarlo.

—Bokuto-san —puso los ojos en blanco—. Ya para y sigue tapando.

—Es que es complicado...

Chasqueó la lengua y de un segundo para el otro, pasó una pierna del otro lado de Akaashi y terminó sentado en su regazo. Automáticamente el rostro del menor ardió.

—Bokuto-san.

—Es más cómodo así, Akaashi. ¡Déjame hacer mi trabajo! —exclamó sonriente y este terminó suspirando.

Cuando Akaashi llegó a casa, tembló al entrar. Temía que su padre lo descubriera.

—Keiji.

—Hola, papá —murmuró.

—¿Y Bokuto?

—Entrenando.

—Pensé que se quedaría a cenar.

—Hoy no... —sonrió forzado—. Iré a mi cuarto, ¿me llamas para ayudarte con la cena?

—Seguro. ¿Tienes tarea?

—Eh... sí.

Era mentira.

Ya había hecho su tarea en el receso. Simplemente quería llegar a su casa y procesar, enfrente del espejo y sin maquillaje, que tenía un chupón en su cuello. En parte quería matar a Bokuto pero también estaba feliz.

No pudo contener la emoción y se sacó una foto, mordiendo su labio inferior y tirándose en la cama. Simplemente abrazó una almohada y se permitió sonreír como un tonto.

—¡Akaashi!

Casi se cae de la cama.

Se dio vuelta rápidamente, encontrándose con la figura cansada de Bokuto, golpeando la puerta de su balcón.

—¿¡Bokuto-san!?

Corrió a abrirle la puerta. El día estaba helado y él estaba de pantalones cortos.

—Deberías estar-

No lo dejó terminar, simplemente fueron los labios del mayor estampándose con los de él. Akaashi correspondió a pesar de la brusquedad, enredándose con Bokuto y dejando que este lo empuje hacia la cama, haciéndolo caer.

—¿Por qué estás aquí?

Preguntó agitado, apoyándose en sus codos. Bokuto se colocó entre sus piernas, mirándolo con una sonrisa.

—¡Venía a visitarte porque tengo que decirte algo! —exclamó tan feliz como siempre—. Y también porque el entrenador debía irse antes, ¡pero eso no importa!

—¿Qué pasó, Bokuto-san?

Se arrodilló entre sus piernas, tomando sus rodillas. Akaashi lo miró sonrojado y avergonzado, sintiendo su corazón golpear fuertemente contra su pecho.

—Akaashi, ¡me gustas!

Radar | BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora