Capítulo 19: Increíble

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—Bokuto sabe que me gusta.

Kuroo lo miró asombrado.

Akaashi tapó su boca.

Oh no.

Ahora el mejor amigo también lo sabía.

—Olvida lo que dije. Adiós.

No le importó, simplemente se dio vuelta y comenzó a caminar rápidamente, alejándose de él. Pero, claro, estamos hablando de Kuroo y no es del tipo de chicos que deja que las cosas queden así; así que simplemente tomó el brazo de Akaashi y tiró de él.

—Akaashi, cálmate.

—No puedo, lo siento —mordió su labio inferior, cerrando sus ojos—. Quiero llorar, Kuroo-san. Déjeme ir.

—Bien, primero que nada, ¿por qué me tratas así? Te recuerdo que hace cuatro noches nos besamos. Segundo, ¿cómo es eso de que sabe? ¿Cómo se enteró?

—No lo sé, no lo sé. Dios, voy a morir.

—¿Akaashi? ¿Kuroo?

La tercera voz detuvo el latir de los dos pelinegros. Kuroo, al ver la desesperación en los ojos de Akaashi, tiró de él y lo pegó a su pecho, abrazándolo.

—¡Hermano! —exclamó lo más falso posible. Akaashi escondió su rostro en el pecho de Kuroo—. ¿Cómo estás?

—¿Como estás tú? —Bokuto clavó sus ojos en Akaashi, mirándolo confundido—. ¿Por qué todavía estás aquí, Akaashi?

—Es que... se canceló —dijo Kuroo sin realmente saber qué decir.

—¿El exámen?

—Sí, sí. El exámen.

Vaya, qué suerte tuvo.

—Oh, ¿vendrás a vernos entrenar entonces?

Akaashi negó y Kuroo sonrió forzado.

—No, qué pena. Salimos justo hoy... ahora.

—¿Qué? —Bokuto ahora dirigió sus ojos a Kuroo—. Pero si hoy salíamos.

—Si, bueno, una pena. Me gusta Akaashi, quiero salir con él.

—¿Qué?

—Sí, sí. Adiós, hermano. ¡Perdóname por esta!

La mano de Kuroo llegó hasta la de Akaashi y comenzó a tirar de él, dejando que el menor agachara la mirada y se despidiera de Bokuto con una mano.

Kuroo lo había salvado.

—No llores, Akaashi, por Dios. Me pondré nervioso.

—No lo haré, no te preocupes.

—Genial. ¿A dónde iremos ahora?

—No lo sé. Me quiero alejar de Fukurodani.

Akaashi arrugó su nariz.

Kuroo soltó su mano.

—Bokuto me va a matar por esto —suspiró.

Terminaron llegando a un parque, sentándose debajo de un árbol. Akaashi escondió su rostro entre sus piernas mientras que el pelinegro mayor suspiraba.

—¿Cómo sabes, a todo esto, que él sabe que te gusta? No, espera, ¿te gusta Bokuto?

—Sí...

—¿Y hace cuánto lo conoces?

—Una semana...

—¿Y ya sabe que te gusta?

Kuroo sonaba incrédulo.

Radar | BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora