—¿Y si nos quedamos un rato más, Akaashi?
Bokuto lucía triste. El sol ya se había escondido y ellos todavía estaban en el gimnasio. Le había explicado muchas cosas y aunque había entendido parte de ellas, haciéndose el tonto, le pedía que se las explicase otra vez porque solo quería escucharlo hablar.
En esa práctica sentía que había hecho un gran progreso. Bokuto se había desarrollado tranquilamente con él, lo había tocado e incluso habían tomado un helado juntos. Estaba feliz y satisfecho por también dejar de sentirse tan nervioso con él cerca.
Pero trágicamente todo lo bueno tiene final y aunque Akaashi odiaba admitirlo, tenía que volver a casa porque tenía que hacer tarea. Y Bokuto seguía haciéndole pucheros.
—No puedo, Bokuto-san —suspiró—. Mis padres me esperan en casa. Ya he estado mucho tiempo afuera.
—¿Qué tal si te quedas a dormir en mi casa?
Dormir en el mismo cuarto que Bokuto... involuntariamente se sonrojó.
—Lo siento pero no —tuvo que negarse con pesar—. Mis padres no conocen a los tuyos y mañana tenemos clases.
—¿Qué tal si hablan entre ellos?
—Se negarían de todos modos. Tienen que conocerte, Bokuto-san.
El mayor soltó un quejido y terminó suspirando.
—Entonces déjame acompañarte a tu casa.
Akaashi negó.
—¿Cómo se supone que conoceré a tus padres si no me los presentas, Akaashi?
—Algún día lo harás, Bokuto-san —tomó su mochila y la cargó a su hombro—. Ahora vámonos. Ya es tarde y tengo frío.
—¿¡Frío!?
No tardó en sacarse su chaqueta y ponérsela en los hombros. Akaashi, avergonzado, lo miró sorprendido.
—Bokuto-san, vas a morirte de frío.
—¡Este suéter siempre me protege de todo! No te preocupes.
—Pero te puedes enfermar...
—Mis defensas son buenas, te lo aseguro.
—Mentira, vives enfermándote —acotó Kimori de brazos cruzados.
—Tú cállate, niña tonta.
Bokuto la miró mal y ella rodó los ojos. Luego devolvió su mirada a la de Akaashi.
—Como te decía, tengo buenas defensas.
—Está bien, Bokuto-san. Te creeré.
Akaashi suspiró, dejando la mochila a un lado y poniéndose la chaqueta.
Le quedaba grande pero no tanto por suerte. Bokuto sonrió orgulloso.
—Bien, ahora vamos a tu casa.
—¿Me acompañarás aunque te diga que no?
—¡Ya nos vamos conociendo, Akaashi!
—Sabes que mamá nos matará por llegar tarde para la cena, ¿no? —Kimori preguntó siguiéndolos. Akaashi miró de reojo a Bokuto.
—Ya le explicaré más tarde... déjame en paz.
—Pero-
—Kimori.
Ella suspiró y dio pasos adelante, caminando frente a ellos. Bokuto le había dicho que siempre tenía que ser así, para que él pudiera verla siempre.
—Akaashi.
El pelinegro se había perdido en el cielo. Incluso, por unos segundos, había olvidado a Bokuto.
Pero cuando escuchó su voz, su corazón dio muchos saltos apresurados.
—¿Qué pasa, Bokuto-san?
—¿Te gustan las estrellas?
—Supongo —respondió observando el cielo—. ¿Y a ti?
—También. Son llamativas y brillantes.
Caminaron en silencio un rato más, perdiéndose en la iluminación del cielo durante la noche.
—¿Tienes pareja, Akaashi?
Su pregunta lo asustó.
—¿Qué? —lo miró confundido y Bokuto se encogió de hombros—. No, claro que no. ¿Por qué?
—Solo preguntaba. Quería sacar algún tema de conversación.
—¿Tú tienes nov... pareja, Bokuto-san?
—¡Qué bueno que preguntas! —volvió a su tono feliz de siempre.
Akaashi lo observó curioso, quizá deseando que le dijera que no.
—¿Estás teniendo problemas en el amor, Bokuto-san?
—Algo así —suspiró avergonzado—. La chica que me gusta se va de la escuela.
Akaashi no se sintió mal por eso.
—Oh, qué pena.
Pero tenía que mostrar clemencia.
—¿Y qué planeas hacer?
—Nada. No tengo chance con ella.
—No te tires abajo tan fácil...
—¡Es que tiene novio! —hizo un puchero.
Akaashi hizo una mueca.
—Entonces deberías buscar a alguien nuevo.
—Nadie me llama la atención —murmuró pensativo.
Yo llamé tu atención, pensó.
—Conoce gente nueva.
—Difícil. Ninguno de mis amigos quiere ir a una fiesta conmigo.
Akaashi mordió su labio inferior.
¿Sería muy arriesgado decirle que él podría ir? No le agradaba la idea de Bokuto conociendo a otras personas además de él, pero quizá con suerte (Y con lo despistado que era el mayor) terminaba conociéndolo más a él.
Era como lanzar una moneda al aire. Las probabilidades de que saliera lo que quisieras eran de un cincuenta por ciento y lo mismo para lo que no querías que saliese.
Suspiró.
—Yo puedo acompañarte, Bokuto-san.
El mayor lo miró sorprendido. Poco a poco sus ojos comenzaban a brillar.
—¿Hablas en serio, Akaashi?
—Sí... digo, solo debería decirle a mis padres que tengo que hacer un trabajo y podríamos salir... —murmuró.
—¿Seguro?
—Sí. Solo... espérame hasta mañana.
—¡La fiesta es el viernes, Akaashi, no te preocupes!
Genial, solo tenía tres días para convencer a sus padres.
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Radar | Bokuaka
FanficNo debía estar prestándole atención a otras cosas mas que a la escuela. Pero ahí estaba, distrayéndose con alguien que solo vio por un segundo. Cuando Akaashi Keiji se topó con el dulce chico de segundo año, se dio cuenta que sus padres estaban equi...