Su fatídico y merecido final.

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Pov Jajeong:

— No esperé más tiempo.-

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Me encontraba en el edificio del frente, en un apartamento donde podía ver lo que pasaba en el que ellos se encontraban.

Cuando observé como él se la llevaba a otro lado aun maltratándola, entonces no pude apaciguar más mi furia y tomé el ascensor para bajar al primer piso y salir de edificio.

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Rompí la cerradura de manera silenciosa y entré al apartamento sola.

Desde el segundo piso se podían escuchar los gritos de dolor y el fuerte sonido de los golpes que este le propinaba. A pasos lentos subí las escaleras y fui hacia la habitación de donde provenían estos gritos.

Al mirar por una brecha que la puerta tenía pude observar que ahí no había nadie más que ellos dos.

Era una habitación vacía, sin ventanas, casi sin muebles, y las paredes color blanco, con mucha iluminación.

Él le gritaba cosas y la insultaba mientras la golpeaba ferozmente, manchando el piso de cerámica con sangre. Estaba tan golpeada y malherida que parecía que en cualquier momento colapsaría.

Bajé por las escaleras de nuevo y fui directamente a la cocina. Escogí varios cuchillos; un Cuchillo Santoku y otro con un grosor más pequeño./( un santoku es un cuchillo que se utiliza principalmente para de picar carnes con hueso)./

Subí nuevamente, esta vez con ambos utensilios. Solo que ahora, luego de abrir por completo la puerta de la habitación, cierta persona había notado mi presencia.

Antes de que él reaccionara me abalancé rápidamente encima de él y comencé a apuñalarlo con el cuchillo más pequeño.

Pensé que sería más persistente, pero rápidamente calló al suelo desangrándose. Pero yo aún no me sentía satisfecha, así que me senté sobre su cuerpo, junté mis manos empuñando con fuerza el cuchillo nuevamente y seguí apuñalándolo asta ver cómo se formaba ese gran charco de sangre en el suelo al rededor de nosotros.

Sentir cómo esta salpicaba sobre mi rostro y mis manos se ensuciaban con líquido rojo carmesí, nuevamente me llenaba de gran satisfacción y a la vez me sacaba una hermosa sonrisa.

Había hecho mi nueva obra de arte, aunque un poco aburrida, pero... había olvidado algo.

Miré a mi diestra y estaba una Ji-woo bastante horrorizada viendo todo. Mi sonrisa se borró casi de inmediato, ella parecía estar en shock o algo parecido, no se movía, simplemente permanecía estática en el suelo mientras tenía una respiración forzada.

Me paré y cogí el cuchillo santoku del suelo y arrastré aquel cuerpo hacia la isla blanca que estaba allí.

De alguna manera me las arreglé para subir el cuerpo por si sola a esta. Fui abajo en busca de unas fundas grandes de basura y volví allí.

Ji woo aún permanecía en un rincón de la habitación sentada mientras abrazaba sus rodillas con sus brazos.

En ningún momento dijo nada, simplemente no podía procesar ninguna palabra. Por mi parte tampoco dije absolutamente nada por qué de fin y al cabo pensé que me odiaría para toda la vida después de haber hecho esto.

Pronto comencé a cortar las extremidades del tipo. Corté cada brazo en tres partes, luego sus piernas que fueron un poco más difíciles de dividir.

Cada una la metía en fundas diferentes.

Hijos De La Mafia 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora