Kim Taehyung sabe que es prohibido.
Admirar las perfectas contorsiones de su rostro, lo es. Creer posible la línea de destellos donde está junto a él, también.
Incluso pensar de forma pasional en la maravilla que puede ser sumergirse en su placer...
Existió un momento en el que Jungkook dudo de sus sentimientos por Jimin. La conexión que sentía con Taehyung lo llevó a cuestionarse al menos, una noche de luna, sus emociones.
La fiesta mensual de caridad que ofrecían los padres de Taehyung fue testigo de que los ojos de Jungkook estuvieron toda la noche en Taehyung. En su cabello alborotado, en su sonrisa cuadrada, en cada uno de los lunares de su rostro que formaban la constelación más hermosa que nunca antes había visto, en sus labios abultados en innumerables pucheros y en la danza que brindaba su cuerpo.
Mientras una canción suave sonaba, Jungkook rodeó el patio del lugar llegando a la piscina que le permitió acercarse a él. Taehyung enrojeció sus mejillas cuando Jungkook lo miró de pies a cabeza y tomó su mano para girarlo.
—Luces asombroso, Tae.
Taehyung le ofreció un champagne que Jungkook recibió gustoso y caminaron a la orilla donde el agua clarificada se encontraba.
Una charla no fue necesaria cuando un espectáculo de fuegos artificiales destelló ante ellos.
Los brillantes ojos de Taehyung se iluminaron mientras su boca se abría en asombro y, de alguna manera, se encontraba tan concentrado en las luces en el cielo que no notó el pequeño desliz en el que Jungkook no dejaba de mirarlo.
—Adoro los fuegos artificiales —mencionó Taehyung —. No tienes idea lo feliz que me hacen.
—Me doy una idea de lo encantador que son para ti —respondió Jungkook, todavía embobado.
El estómago de Jungkook comenzó a revolotear un poco. Y era estúpido e iluso que se sintiera como un adolescente cuando tenía pareja.
Taehyung volteó y los luceros de Jungkook recibieron el brillo de sus ojos. La sonrisa se le borró y contempló un momento su rostro. El ruido de la fiesta quedó atrás y el instante quebró cuando Jungkook le ofreció una pequeña flor de cerezo que cayó en su hombro.
Y el rubio no aguantó más. Se acercó tanto a Taehyung que ambos podían sentir el fresco aliento del otro. Si uno de ellos se movía un centímetro, sus bocas se encontrarían tal como una explosión de destellos fugaces.
Pero Taehyung no podía. Su moral se lo impedía y Jungkook se sintió confundido cuando lo tuvo así de cerca.
Para ninguno de los dos eso estaba bien.
Entonces Taehyung se alejó.
—No lo vuelvas a hacer. —Fue lo que dijo antes de volver al salón.
Y ese gesto fue suficiente para que Jungkook nunca más intentara algo con Taehyung, olvidándose desde ese momento sobre lo que debía sentir con respecto a él.
No podía.
No podían.
Tiempo después, Jungkook cayó en los engaños de Jimin y se enamoró hasta la agonía. Entonces ya nunca volvió a dudar.
Olvidando que alguna vez intentó querer a Taehyung de una manera distinta.
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