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No podía decírselo

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No podía decírselo.
Si... si pudieron burlar la seguridad de Marvel, hacerle daño a Pearce sería cosa fácil. Lo... lo mejor que podía hacer, era mantenerlo lejos de todo eso. Aunque implicara mentirle.

— ¿Estás bien? —me preguntó él, en cuanto despertó.

— No debí comerme todo el helado. —murmuré fingiendo que era eso. Al instante, él comenzó a reír.— No es gracioso.

— Ay... Lo tuyo es lo pizza, bebé. —se movió, hasta apoyarse en mí, como si él fuera un bebé.

— No compraste pizza. Así que te culparé.

— Sí, claro. Como si yo controlara lo que comes. Además, me amenazaste con llorar, si no dejaba de robarte helado.

— Igual lloré con la escena final...

— Pero no me culpaste por eso.

— No recordaba lo del capítulo, así que... fue tú culpa.

— No, no, no. Tú eres la razón por la que comencé a ver esa serie. Así que no me culpes.

Mantuvimos la discusión por unos minutos más, hasta que se comenzó a escuchar como alguien más caminaba por el departamento...

— ¿Invitaste a alguien? —pregunté confundida, mientras lo empujaba para que me soltara.

— Tú despertaste primero. —dijo él.— Iré a ver. —besó mi mejilla, antes de levantarse.

Normalmente no me opondría, pero una parte de mí lo relacionó con... todo lo que me había pasado.

— Oye, no espera. —tiré de su brazo para que volviera a la cama.— No vayas.

— ¿Qué te pasa? Estás asustándome... —me miró confundido.

— Nada, pero... no puedes solo salir así. ¿Y si es alguien que... no debería estar aquí?

— Kira, nadie que no sea nosotros debería estar aquí. —volvió a levantarse, a pesar de mis quejas.— ¿Por qué reaccionas así?

— Ven aquí, Pearce. —dije algo más asustada, cuando lo vi en la puerta.

— Tardaré un segundo. —en cuanto abrió la puerta, no pude reaccionar de una forma controlada. Salí corriendo hacia él, y fui la primera en salir. Si tenía que encerrarlo, lo haría.— ¿Qué rayos...?

— Hola. —saludó Matt, luego de unos segundos solo mirándolo. Volví a la habitación un segundo, para tomar mi almohada.— ¿Qué pasa?

— No estoy...

— Se toca la puerta, cuando entras a la vivienda de otra persona. —le dije mientras le lanzaba la almohada.

— Solo vine a asegurarme de que seguía... teniendo a mis padres adoptivos, y que nuestra familia no se había roto. —Matt le devolvió la almohada a Pearce. Supongo que no me la dio a mí, para que no se la arrojara, de nuevo.

Para ti - Pearce Joza y tú - (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora