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Luego de ese día, ya no hubo más "cartas anónimas"

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Luego de ese día, ya no hubo más "cartas anónimas". Todos eran mensajes. Hasta cierto punto, era más fácil para evitar que Pearce lo viera, pero... ya ni siquiera podía usar mi teléfono con tranquilidad.

— Llego tarde, llego tarde, llego tarde... —susurraba Pearce, mientras corría por todo el departamento.

— Te desperté a las seis por esto mismo. —murmuré. Claro, yo tenía que levantarme sí o sí, cuando él me despertaba. Pero él no paraba de decir: "cinco minutos más".

— Te veo luego, bebé. —besó mi mejilla, antes de irse apurado a grabar.

— ¿Me dejas el auto?

— ¡No! —dijo asomándose en la puerta, y luego sí se fue.

— Valía la pena intentarlo. —en algún punto tenía que dejarme intentar conducir.

Estaba por tratar de... distraerme, cuando llegó un mensaje.

El tiempo se te acaba, y más te vale estar trabajando en lo que te pedí.

Y con eso... mi día se había arruinado.

¿Escribí se te acaba? No, me confundí. Ya se acabó.

¿Qué...?

No tuve mucho tiempo de reaccionar, porque alguien entró en el departamento. ¡¿Qué rayos?!

— Muy bien. Más te vale que tengas lo que se te pidió. —dijo un hombre completamente vestido de negro, mientras se acercaba a mí.

— Yo... No... no puedo... —dije mientras trataba de alejarme.

— Es una lástima tener que... hacer eso. —en un rápido movimiento, me sujetó.

Por más que trataba de liberarme, el tipo no me soltaba. Mis forcejeos eran en vano. En cierto punto, puso un paño cubriendo mi boca y nariz. Ay, no... No, no, no, no...

Mi cabeza me daba vueltas

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Mi cabeza me daba vueltas. Agh... cloroformo. Esto era horrible. ¡Que me gustaran las películas de acción, no significaba que quería vivir en una! ¡Y menos quería ser la víctima a la que tenían que rescatar, o que tenía que escapar!

Para ti - Pearce Joza y tú - (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora