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Emma:

Jessie se fue a su departamento para cambiarse para ir a la universidad, desayuné rápidamente porque si, nos quedamos dormidas por ver series hasta tarde.

Después de ya estar lista, no me dió chance de arreglarme así que me coloque un overol enterizo color azul con un suéter blanco y mis converse, me recogí el cabello en una coleta y no maquille ya que no me gusta hacerlo tantas veces.

Tomé mis cosas junto con la tarea y el plano para hoy y salí de mi departamento rápidamente, Jess iba detrás de mi corriendo, llegué al estacionamiento y subimos rápido, teníamos diez minutos para llegar a la universidad. Manejé un poco rápido y llegamos justo antes que sonara la campana.

—Es la primera y última vez que te hago caso para ver series un día de semana Jess.

—Lo siento —se reía la muy malvada.

Entramos a nuestra clase y todo transcurrió normalmente en el salon. La profesora suplente corrigió mi tarea dándole un perfecto diez, sonreí orgullosa de mi trabajo y el de Jess porque ella me ayudó.

Salimos a almorzar y nos sentamos en el comedor y escuchamos a unas chicas hablar.

—Escuché en la rectoría que el maestro de arquitectura llegará en una semana —chilló una.

—Dicen que es muy apuesto, pero hay rumores de que está casado —dijo otra.

Y así fueron los murmullos durante todo el almuerzo, no entiendo cual es el alboroto con el profesor si jamás lo han visto. Ignoré esos tontos comentarios y me concentré en lo que de verdad me importaba ahora, la comida.

De repente le lanzaron una taza de sopa a Jess, ella abrió la boca sorprendida y se la sacudió porque estaba caliente.

Mire a todos lados encontrándome con Natalie, la castrosa de la universidad, se cree mucho porque su papá es el alcalde de la cuidad. Siempre molestan a Jess porque ella es una becada, cosa que me parece muy estúpida porque ella está aquí porque es una chica muy lista.

—Mira cómo dejaron tu cabello preciosa —le dije a Jess.

Escuché la risa estúpida de Natalie, me levanté de mi asiento y fui hasta ella para soltarle una bofetada haciéndola caer en el suelo, las risas pararon.

—¡Ahora sí no se ríen! ¿Verdad riquillos de mierda? —grité— ¡Se creen más que todos solo porque sus papis tienen dinero! ¡Se creen con el derecho de insultar y rebajar a los becados, cuando ellos si se esfuerzan por estudiar, no como ustedes que sus papis tienen que pagar para que pasen el semestre!

—Estúpida —chilló Natalie— mi papi se va a enterar de esto, rarita.

Odiaba en el alma ese maldito apodo, me llaman rarita solo por tener dos papás, que estupidez.

—Te recuerdo que tú padre y los mios son amigos —sonreí de lado—, a parte de socios y si hablo con mis papás pueden quitar la sociedad que tienen y creme niñita que tú papá por muy alcalde que sea pierde más que mis padres y vamos a ver quién pagará tus lujitos.

La dejé callada ahí y fui donde Jess, tomamos nuestras cosas y nos fuimos al baño, la cafetería quedó en total silencio ya esa niña me tenía harta con molestar a Jess, no había hecho nada hasta ahora para no perjudicar a mi amiga.

—Gracias Emma -me sonrió.

—No hay de que, que agradezca que no le arranque las pestañas —reímos—, odio tenerla en la misma clase de nosotras —bufé—, la odio.

—Yo igual —reímos de nuevo—, vamos al baño para quitarme la sopa del cabello.

—Iré a mi casillero, ahí siempre tengo un cambio de ropa —asintió.

Emma por Tres. |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora