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Emma:
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Los tres estaban frente a mi luciendo preciosos, me sentía muy nerviosa ante su presencia.

—Estas hermosa Emma —Carlo besó mi mejilla.

—Muy hermosa —afirmó Axel— ven —tomó mi mano—, te preparamos algo delicioso, espero que te guste.

Caminamos hasta el balcón del departamento de Mika, la mesa estaba adornada con una lámpara y velas, sobre la misma había comida, vino y cuatro copas, también habían flores.

—Son para ti —Mikael me dió los tulipanes.

—Son hermosos —sonreí—, son una de mis favoritas.

—Que bien que hayamos acertado en una —Axel rió—, siéntate.

Me senté en una de las sillas, Carlo estaba frente a mi, y Mikael y Axel a mis costados.

—Hice lasaña —Carlo sonrió—, espero que sea de tu agrado.

Me dió el plato y sin pensarlo empecé a comer, cerré los ojos degustando la lasaña, en serio que estaba deliciosa.

—Está más que perfecta —le dije—, es la más rica que he comido. 

—¿Quieres vino? —preguntó Mikael.

—Oh no —negué con una sonrisa leve—, no puedo tomar alcohol.

—¿Por que? —el frunció el ceño.

—Ah es que tengo que cuidar mi salud, hace unos años tuve problemas con uno de mis riñones y tuvieron que hacerme un transplante, debo mantener mi riñón sin alcohol.

—¡Vaya! —Carlo estaba impresionado— es increíble que hayas pasado por eso.. No sabíamos, lo siento.

—No se preocupen, todo está bien —sonreí.

—En ese caso, iré por el jugo de naranja para todos —Axel se levantó y recogió el vino de la mesa y se fue hacia adentro.

Estaba empezando a sentirme más cómoda con ellos, Carlo le gusta hablar mucho y Mikael pues, es muy bromista, en este poco tiempo me ha hecho reír con sus ocurrencias.

Me contaron un poco de ellos mientras comíamos. Me contaron que se conocieron en la universidad, específicamente en Alemania, los tres estudiaron carreras distintas pero se volvieron muy unidos y que después de graduarse cada uno tomó un rumbo distinto pero que seguían en contacto, hasta ahora que Carlo y Mikael se vinieron a vivir aquí.

—Y pues aquella noche Carlo perdió la apuesta y le rapamos la ceja —todos reímos.

—Fue divertido, en serio —Axel reía—, se molestó con nosotros por una semana, hasta que después se le pasó la rabieta.

—Es que no tenía que apostar con nosotros —Mikael  negaba.

—Son terribles —reí—, cuéntenme más de ustedes. Son muy buenos conversando. 

Me recargue de la silla.

—Bueno somos amigos desde hace tiempo —asentí—, yo viví en Rusia solo cinco años, trabajé para mí padre por dos años hasta que quiso casarme a la fuerza con una mujer que no tenía nada que ver conmigo.

Emma por Tres. |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora