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Emma:

Aún seguía en esta maldita celda, no me dejaron despedirme de mi papá y de Carlo, pero mi mente seguía pensando en Axel, no sé si está bien o no.

—La muñequita está asustada —habló la maldita que me quitó los zapatos.

—No es tu maldito problema —mascullé molesta—, déjame en paz. 

Dejé que me quitara los zapatos porque la tipa es más grande que yo y sinceramente no tenía cabeza para pensar en más cosas que estar peleando por un par de zapatos. 

—No te conviene hablarme así princesita —se acercó a mi—, aquí nadie puede defenderte, ni siquiera tu papito.

—No necesito a mi papá ni a nadie para defenderme —alcé la mandíbula—, no me asustas.

Ella me tomó del cuello y me pegó de la pared, las demás mujeres hicieron una pared para que no nos vieran, la tipa olía a cigarrillos y alcohol.

—Eres muy bonita, piel delicada y bonitos ojos.. Me pregunto si tú sexo será igual —sonrió de lado.

Me asusté y empecé a forcejear con ella, pero no podía, ella era más grande que yo. Sentí como sus asquerosas manos subían por mis muslos, maldecía por dentro por usar este maldito vestido ahora.

—No me toques asquerosa —intenté zafarme de ella pero no pude.

Ella rió —Me gustan las chicas difíciles.

Me golpeó el rostro y me tiró al suelo, forcejee con ella yo empecé a gritar pero ningún maldito policía venía. Me giré y ella venía sobre mi y le di una patada en la cara haciéndola sangrar, gatee hasta una esquina yo tomé mi zapato y con eso la amenacé.

—¡Si se acercan les saco un maldito ojo! —alcé la voz.

Todas rieron.

—¿Crees que puedes defenderte? Maldita fresita.. —la mujer se acercó a mi.

Sentí como me inmovilizaron por detrás, el brazo de un o una policía rodeó mi cuello e hizo el agarre más fuerte haciéndome soltar el zapato.

—¡Ayuda! —grité como pude, sentí mi garganta arder.

—Rápido Daniels, antes que llegue alguien —era la policía que me custodiaba. 

—Lo haré rápido jefa —rió.

Se puso frente a mi y pude forcejear para que no me tocara, pero su asquerosa mano se metió en mi vestido y toco mis bragas, la mujer comenzó a tocarme sin pudor alguno, mientras que yo seguía forcejeando, no iba a permitir que ella me hiciera daño.

—Joder que fuerte es, me sigue gustando —sonrio. 

—¡Basta! —sollocé— ¡Déjame en paz! ¡Ayuda! —grité aún más fuerte.

—Eso es princesita grita más duro para que tú papi te escuche.

Seguía y seguía tocándome mi sexo, tanto que estaba lastimándome, así lo hizo durante un tiempo hasta que los sacó y frente a mis ojos se los metió en la boca, la policía me soltó y me tiré en suelo a vomitar, saqué todo lo que había en mi estómago, me arrastré hasta una esquina a llorar, me sentía sucia, esa mujer me había tocado y yo, quería morirme.

Emma por Tres. |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora