Su voz mencionando mi nombre hace eco por todo el baño.
-¡Bella! –vuelve alzar la voz.
Ana es como si fuera mi hermana mayor y además de eso es una persona que se percata de absolutamente todo. Se da cuenta al segundo si algo anda mal en mí. Es la que mejor me conoce y por eso creo que ha venido. Supongo que se ha fijado y no se va a rendir hasta que le cuente el motivo del por qué me he puesto de este modo.
Francamente lo que menos me apetece es tener una charla acerca de mis sentimientos y emociones porque ni yo misma sé que es lo que siento. No tengo idea de lo que me pasa en estos momentos o... puede que sí lo sepa, solo que igual no soy capaz de reconocerlo o trate de ignorarlo porque debe ser un error. O puede que tal vez solamente este confundida.
A pesar de que no esté lista y porque no tengo más remedio quito el cerrojo. La puerta se abre encontrándome con ella que al verme se cruza de brazos.
-Cuéntame qué pasa.
-No lo sé –respondo un poco tajante. Me dirijo hacia los lavabos tratando de evitar contacto visual.
-Si lo sabes. Estabas perfectamente hasta que Lydia lo ha nombrado. Bella se te ha descompuesto la cara en cuanto ha pronunciado su nombre.
-Es que no sé porque estoy así Ana –exclamo esta vez girándome hacia ella.
-Esperaba que esto no fuera real, pero ya veo que sí que lo es.
-¿El qué? –trato de disimular pero en el fondo sé lo quiere decir.
-Tú también lo sabes.
Trago saliva.
-Sientes algo por él, ¿cierto? -bajo mi vista al suelo para no contestar -Desde que nos los contaste el otro día sabía que al final podía pasar esto.
-Cuando ha dicho su nombre y encima verlo con esa mujer... me ha molestado ¿Cómo es posible?
-Bella te has besado con él dos veces. Eso ha despertado en ti algún tipo de sentimiento, aunque intentes negarlo. Al verlo con una mujer supongo que tus celos han salido a la luz. Si no sintieses nada te hubiese dado igual.
-Tengo que estar confundida. Tiene que ser eso.
Ana da unos pasos hacia mí y sujeta sus manos junto con las mías.
-Sabes que para mí eres como una hermana, ¿no?
Asiento con la cabeza.
-Y que quiero lo mejor para ti, ¿verdad?
Vuelvo asentir.
-Pues no te enamores de ese hombre Bella. No te conviene. Hazte un favor ahora que estas a tiempo y aléjate de él. No quiero que sufras.
Sus palabras son directas y tiene toda la razón del mundo. Ese hombre no me conviene. Solo está jugando conmigo o no sé exactamente cuáles son sus intenciones, pero buenas no están siendo. Seguramente haya venido aquí para fastidiarme o algo por el estilo porque jamás ha aparecido por este lugar. Tengo que hacer caso a los consejos de Ana.
-¿Y cómo lo hago? Es mi jefe. Tengo que verlo prácticamente toda la semana. Es imposible evitarlo.
-Ya queda menos para terminar las prácticas. Solo aguanta un poco o podemos hablar con el coordinador para explicarle tu situación. Puede que con lo de tu abuela te dejen terminarlas antes.
Su idea es buena, podría funcionar. Podría si no tuviera ese maldito trato con él. Cosa que no sabe mi amiga y que va siendo hora que lo cuente.
-Ana es que hay algo más.
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-No me jodas Bella.
Son sus palabras tras haberle explicado todo sin ocultar u omitir algún detalle.
-Esto ya es más complicado ¿20 mil dólares? ¡¿A quién se le ocurre pagar esa cantidad de dinero?! Dios Bella, estás metida en un buen lio ¿Por qué no me contaste nada? ¡Soy tu amiga, tu hermana! ¡Tenías que habérmelo contado! Joder...
-Lo siento.
Seguido de esto la puerta del baño vuelve a chirriar.
-¿Estáis bien? Lleváis más de quince minutos aquí metidas –Lydia es la que aparece.
-Es que a Bella le duele el estómago y se encuentra un poco mal.
-Estás pálida. Deberías ir a urgencias. Le diré a Bruno y te llevamos.
-No hace falta, estoy ya mejor.
-¿Segura?
-Sí, de verdad.
-No sé, te ves mal. Aún está tu jefe, ¿quieres qué le diga...?
-¡NO! –exclamamos Ana y yo a la vez.
-Vale... tranquilas no le diré nada. Estáis un poco raras o solo me lo parece.
-No lo estamos. Es su jefe Lydia por lo que es mejor no crear problemas ya que es un simple dolor de estómago –Ana es la que salta.
Y con eso se termina nuestra conversación al sugerir salir del baño ya. Al irnos no echo ninguna mirada hacia donde se supone que se encuentra el magnate. Bruno ya ha pedido la cuenta asique saco de mi bolso el dinero de mi parte para finalmente marcharnos del restaurante.
Antes de tomar partida cada uno a nuestras respectivas prácticas cuando los demás se van Ana me avisa que todavía tenemos una conversación pendiente por terminar y que no me preocupe por ello que encontraremos una solución. Eso me hace aliviar en cierto modo. El contarle mis problemas es como si me hubiera quitado un peso de encima porque ahora no estoy sola, tengo una ayuda y eso es algo que necesitaba.
Cuando llego a la empresa espero como siempre que el ascensor llegue y cuando lo hace la puerta se abre apareciendo un rostro conocido.
Alex muy bien trajeado y junto a él una maleta.
-Bella que bueno verte.
-¿Te vas? –es lo primero que quiero saber.
-Sí –dice apenado -Me voy y no creo que vuelva en un tiempo.
¿Cómo? Esto sí que no me lo esperaba.
-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! –salto de momento.
-Mi hermano me ha traslado a una de nuestras sedes en Londres.
-¿Pero eso por qué?
-Bella quería hablar contigo antes de irme.
-No te vayas.
-No ha sido mi decisión.
-Odio a tu hermano.
Salen de mí esas palabras a causa de un impulso de rabia. Palabras que al mismo tiempo me arrepiento porque no he sido consciente del grave error que pueden ocasionar.
Ahora la que se odia soy yo, me odio a mí misma por ser tan estúpida e impulsiva. Por no pensar antes de hablar.
No debí decirlas porque lo que se me viene encima es lo peor que me puede suceder en estos instantes.
-Señorita Harvins la quiero en mi despacho.
Oigo su voz detrás de mis espaldas.
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Sr. Magnate
RomanceBella Harvins, una hermosa joven de 22 años que está a punto de acabar la carrera en la universidad consigue una beca para realizar unas prácticas en una de las empresas más importantes de Atlanta. Rogers Coorporation. Lo que no espera es que el her...