La tenue luz de la lámpara de mi mesita de noche ilumina parte de mi habitación, y solo el tic-tac constante del reloj que tengo a mi lado interrumpe el silencio que invade todo el ambiente.
Es de noche. Son casi las cuatro de la madrugada y todavía no he podido coger el sueño. En cierto modo, es por mi culpa. Mis pensamientos son los responsables de ello. Vuelven una y otra vez a mi mente. Es imposible poder dejar de pensar. Estoy empezando a sentir estrés o puede que sea frustración al impedirme encontrar el descanso que necesito en estos momentos.
Siento que estoy atrapada en un ciclo de pensamientos que se mueven en un bucle. Intento relajarme, apago la luz de la lámpara y busco una posición más cómoda en la cama. Me doy la vuelta y cierro los ojos, buscando enfocar mi mente en algo pacífico, algo que me ayude a conciliar el sueño.
Pero fracaso. Es inútil. Necesito descansar, pero parece que mi mente no quiere que lo haga. Parece que quiere que piense en esa persona. Todos estos meses, aunque en ocasiones haya pensado en él, no ha sido como ahora. En estos momentos, lo tengo bien incrustado en mi cabeza.
Me incorporo de la cama apoyándome contra el cabecero de la cama. Vuelvo a encender la lámpara y luego agarro mi móvil que también está encima de la mesa. Enciendo la pantalla para ojear algunos de los mensajes que tengo pendientes de leer. Después de terminar, no se me ocurre que hacer, pero parece que mis dedos si lo saben cuándo se desplazan hacia la opción de las llamadas y allí lo veo. Su nombre guardado en mi móvil. No sé por qué, pero me quedo contemplando la pantalla.
De repente el crujido de la madera me hace sobresaltar del susto. El móvil se me desploma de las manos y cae encima de la cama. El corazón me late con fuerza aún del susto y cuando agarro de nuevo el móvil veo que sin querer mi dedo ha marcado el número. Antes de que pueda reaccionar, la llamada ya se está realizando. Por si no fuera poco ahora el corazón me late a mayor velocidad y empiezo a entrar en pánico.
Mierda. Mierda.
Cuando consigo reaccionar mis dedos van en busca de la opción para cortar la llamada. Sin embargo, mi mala suerte me acompaña. Solo han bastado dos tonos cuando veo que acaba de aceptarla y posteriormente escucho su voz al otro lado de la línea.
-¿Bella? -me llama.
No sé qué decir, estoy bloqueada, paralizada.
-¿Bella? ¿Te ocurre algo? -esta vez su voz suena a preocupación.
Sigo sin poder decir palabra.
-Contéstame Bella, me estás asustando.
-Yo... lo siento... -finalmente logro balbucear.
-Dime qué estás bien.
-Estoy bien. Lo siento, ha sido un error. Tenía el móvil en la mano... y un ruido me ha asustado. Ha sido sin querer. Siento haberte despertado.
-¿Segura qué estás bien?
-Si.
-¿Qué haces despierta a esta hora?
-No consigo dormir.
-¿Por mi culpa también?
-Tal vez... tengo muchas cosas en la cabeza.
-Dices que tal vez es mi culpa... ¿pero hay alguna posibilidad de que otro tal vez recaiga en algo más que en mí?
-¿A qué te refieres?- al hacerle la pregunta caigo al momento. -¿Te refieres a la anterior llamada? ¿A él?
-Sí, a él. ¿Es por eso lo que te impide su sueño y tu decisión? -esta vez su voz suena diferente, más seria. -Si es parte de la razón...
-¿Piensas que no he vuelto contigo por ese hombre? ¿Eso es lo que crees?

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Sr. Magnate
RomanceBella Harvins, una hermosa joven de 22 años que está a punto de acabar la carrera en la universidad consigue una beca para realizar unas prácticas en una de las empresas más importantes de Atlanta. Rogers Coorporation. Lo que no espera es que el her...