Capítulo 35

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Varias semanas han pasado ya. Hoy, a diferencia de los demás días, el cielo no está gris, sino que brilla con un tono más claro. Los rayos del sol reflejados en los cristales de los edificios me obligan a entrecerrar los ojos. Respiro el aire fresco de la mañana y sonrío ante la sensación de energía que me invade por el tiempo.

Mientras camino por las concurridas calles de la ciudad, observo a la gente apresurada. Algunos parecen perdidos en sus pensamientos y otros van absortos pegados a sus móviles.

Llego a la oficina y saludo a los compañeros. El sol brilla a través de los ventanales, iluminando mi ambiente de trabajo dándole un aire más cálido. Me siento frente a mi escritorio y comienzo a revisar varios correos electrónicos que tengo pendientes. Casi todos son de James. Hoy se iba a una conferencia e iba ausentarse en todo el día. Asique el contenido de los correos son sobre las directrices que debo de seguir.

Desde que me dijo que no volvería a preguntarme acerca de mi pasado, ha mantenido su palabra. Su actitud hacia mí ha sido la misma de siempre, como si nada hubiera pasado. Supongo que lo hace para que no me sienta incómoda.

Ha sido comprensivo.

Me sumerjo en mi labor diaria, revisando informes, respondiendo llamadas y organizando reuniones. El tiempo pasa volando y cuando me doy cuenta, ya es hora de almorzar.

Decido comer en la terraza aprovechando el buen día que hace. Me siento en una de las mesas disponibles y al mirar el cielo me relajo por un momento. Después de un par de bocados a mi almuerzo, decido hacer una video llamada a Ana. 

Después de varios tonos la imagen de Ana aparece por mi pantalla.

-No te puedes hacer la idea de lo feliz que me ha hecho ver tu llamada -dice nada más verme -¿Cómo estás? ¿Cómo te va? Cuéntame todo.

Sonrío al escuchar su voz y le cuento de cómo han ido mis días desde la última vez que nos llamamos.

-¿Has visto que buen día hace hoy? -digo entusiasmada.

-¡Si! Y las vistas me imagino que deben ser espectaculares.

-Espera, que te las enseño.

Me levanto de la silla acercándome al borde que rodea el muro de la terraza. Le doy a la opción de la cámara trasera y enfoco hacia el horizonte. Desde aquí arriba, se pueden ver casi todos los edificios icónicos de la ciudad: el Big Ben, la noria del London Eye, el Shard... Es como tener todo un mapa de Londres extendido frente a tus ojos.

-Realmente es espectacular -comenta Ana.

-Sí, es uno de los privilegios de trabajar en un lugar como este.

Nos quedamos un rato más en silencio contemplando, bueno más bien disfrutando de las vistas antes de colgar y volver de nuevo a mi rutina laboral.

Sr. MagnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora