Llegamos a mi departamento en cosa de minutos, corriendo para evitar el agua. Aunque había pensado en un paseo por el parque la lluvia no había ayudado en nada a mis buenas intenciones, pero si lo había hecho a las malas.
Le abrí la puerta e inspiré discretamente su perfume. La observé quitarse su chaqueta, el cual recibí, y llegar a mi sala para mirar alrededor con curiosidad.
—Típico departamento de soltera —dijo apuntando la falta de muebles.
El lugar solo tenía lo justo y necesario, nunca lo había considerado mi hogar, y por eso mismo, en más de tres años viviendo allí, jamás había cambiado algo.
—No es tan diferente al mío —aseguró.
Sonreí y me quité mi chaqueta, ella me observó unos segundos. Colgué ambas antes de moverme hacia la cocina, la escuché seguirme.
La observé apoyarse en el marco de la puerta. También me fijé de nuevo en su ropa. Cuando regresé a su rostro sonreí al ver que tenía una ceja alzada.
Me giré.
—Jamás había visto a una vendedora de libros vestir tan elegante—. Al escucharla reír suavemente la miré por sobre mi hombro.
Ella se movió hacia una silla y se sentó. Apoyó sus codos en la mesa. —Una vieja costumbre —dijo—, en mi anterior trabajo me vestía así.
Me moví hacia un mueble y tomé dos tazas.
—Además, no soy solo la vendedora de la librería, sino también su dueña- Con eso me detuve y la observé.
—No lo sabía —se encogió de hombros—, no he visto a otro vendedor. — Negó con su cabeza.
—Soy la única que trabaja allí.
—Ya veo, ¿eso no es demasiado? — Ella volvió a negar. Luego de servirle me senté frente a ella.
—No, está bien, me gusta hacerme cargo de todo, soy un tanto controladora—. Ella sonrió y bebió de su café sin dejar de verme.
Tuve la extraña sensación de que sus palabras tenían un mensaje secreto para mí. Me removí levemente inquieta en la silla y bebí café para distraerme.
—¿Cómo es que te convertiste en policía?
Me relajé en seguida ante el cambio de tema.
—Mi padre es policía, y mis dos hermanas también lo son. — Ella sonrió.
—Entonces viene en tus genes—. Asentí.
—Si mi madre no hubiera estado tan pendiente de su familia, probablemente también hubiera sido una.
—Eres la hermana mayor —dedujo.
Alcé una ceja.
—¿Tanto se nota?
Lena se encogió de hombros.
—Simplemente lo adiviné, tenía un tercio de posibilidades de fallar. — Me reí entre dientes ante su respuesta.
—No te equivocaste, soy la mayor. Linda, es la segunda y está en narcóticos, y Alex está en homicidios.
Lena asintió y observó su taza.
—¿Tienes hermanos? —pregunté, ella me miró y negó con su cabeza.
—No, soy hija única.
—¿Y tus padres? —se tensó suavemente.
—Mi madre murió cuando tenía diecisiete y mi padre era empresario—, arrugó su frente un segundo y dijo con cierta frialdad —ahora está en un hospital.
—¿Hospital? —repetí.
—Sufre de Alzheimer.
La estudie unos segundos. Había algo allí, noté, su postura tensa al hablar de su familia despertó mi curiosidad, como buena policía, enseguida.
Antes de poder detenerme me oí decir.
—No te llevabas bien con él —ambas nos congelamos—. Yo, lo siento, no es mi asunto.
Ella suspiró.
—Creo que es mejor que me vaya—. Se puso de pie.
—¿Qué?, no —dije enseguida y me golpee mentalmente por mi torpeza —lo siento, no debí...
Levantó sus manos y sonrió. Apuntó fuera con su cabeza.
—No creo que se detenga—. Me acerque a una de las ventanas.
Llovía estrepitosamente, más que una lluvia de verano parecía una verdadera tormenta. Suspiré internamente.
—Parece que no —murmuré.
Escuché pasos y me giré, al verla justo detrás de mi me congelé en seguida. Ella sonrió y levantó sus brazos hasta tocar mi cuello. Me empujó hacia ella y me incliné. Ella dijo justo antes de que su boca tocara la mía.
—He querido hacer esto desde hace días —y con eso me besó.
Me sorprendí por su acción en seguida. Se suponía que yo debía dar el primer paso, era lo correcto, lo que todo el mundo esperaba. Jamás creí que ella pudiera hacer algo así. Dios, sí quería besarla, y más que eso, pero había previsto que eso me tomaría por lo menos tres citas, y esta era la primera.
Cuando se alejó la observé.
—Dime, beso tan mal que no quieres que continúe, o tan bien que he llegado a sorprenderte—. Fue ahí que me di cuenta de que no había hecho absolutamente nada.
Al segundo siguiente había rodeado su cintura con mis brazos para mantenerla más cerca. Mi boca estuvo sobre la suya enseguida, moviéndose suavemente, explorando con delicadeza.
Ella se alejó un poco para tomar aire.
—Creo que debería irme —susurró, aun así sus manos siguieron abrazándome.
—Yo creo que deberíamos seguir besándonos.
—Está bien —soltó y volvió a unir su boca a la mía. Solo que esta vez mí lengua se encontró con la de ella a medio camino. Gemí al sentirla y ella respondió apretándose más contra mi cuerpo. Sentí sus dedos agarrar mi cabello sin tirar, empujándome un poco más cerca.
Continué acariciando la suavidad de sus labios mientras la sentía responderme con la misma intensidad. Sentí mi deseo aumentar rápidamente, y mientras mordía su labio inferior y luego devoraba su boca casi con desesperación, mis manos se movieron por su espalda lentamente.
Seguí la curva de su espalda hasta sentir la cima de su trasero. Pero solo me detuve un segundo. Jamás había sentido esa necesidad de tocar con tanta fuerza. Desde la primera vez que la había visto había tenido el deseo de tenerla cerca, ahora apenas podía pensar al sentir el calor de su cuerpo junto al mío. Mis manos solo de detuvieron un segundo, luego siguieron hasta alcanzar su trasero. Apreté ambos globos redondos y tentadores antes de gemir.
Ella también gimió, solo que se alejó de mí un segundo después, liberó mi cabello y se empujó lejos de mi cuerpo. Solo la dejé alejarse por milagro.
La vi tomar aire para tranquilizarse antes de hablar.
—Ahora, sí debo irme.
Observé maravillado que sus mejillas estaban levemente sonrojadas, sus labios rojos y sus ojos vidriosos.
—Quédate —dije con voz ronca, tensa. No podía moverme.
—Si me quedo haremos algo más que besarnos y esta es nuestra primera cita —arregló su blusa y sonrió un poco al mirarla —no me gusta apresurar las cosas.
Me quejé frustrada y la escuché reír.
Ella volvió a acercarse a mí, cerré los ojos al sentir sus labios tocar mi mejilla suavemente, luego acaricio mi boca en apenas un beso casto.
—Nos vemos, Kara —murmuró. Con eso salió de mi cocina, y unos segundos después escuché la puerta abrirse y cerrarse.
Volví a quejarme antes de llevar una mano a mi entrepierna. Tuve que ajustarme los pantalones ante la incomodidad.
—Nos vemos —aseguré antes de caminar hacia el baño para darme una ducha y prestarme algo de atención.

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Your's; Supercorp
FanfictionKara ha pasado toda su vida adulta intentando ocultar lo que es, porque cada vez que lo deja salir a la luz termina sola, atada a una cama y decepcionada. Ahora, ha conocido a una mujer que le hace desear dejar de fingir y le muestra que no es nece...