Your's; Supercorp

23

Observé a lena unos segundos beber de su café antes de hablar.

—¿Has tenido un sumiso o sumisa antes?—. Sabía que era una pregunta estúpida pero quería saber cuál era el nivel de sumisión en el cual ella había vivido.

Últimamente me preguntaba demasiado si la satisfacía todo lo que hacía, y porque ella jamás me exigía algo, o pedía, nada. Yo era quien tenía que hablar para que dieran un paso más allá. Lena solo controlaba mis orgasmos, o mis castigos, aunque eso último era más un juego que otra cosa. Además, desde que había pensado sobre su pasado quería saber que tan lejos había llegado en esto.

—Sí —dijo lena y siguió leyendo el periódico, noté que se tensaba enseguida.

—Quiero que me hables de él—. Ella apretó la mandíbula.

—¿De quién?

—Bueno, no de él en específico —trague no muy seguro de continuar, ella me miró y eso extrañamente me dio el valor que necesitaba—. Quiero saber que tan lejos has llegado en esto — lena mantuvo su expresión neutral—. ¿Hasta qué punto has tenido el control?

Ella me observó varios minutos, llegue a sentirme muy arrepentida por mis palabras, pero justo cuando pensaba en decirle que lo olvidara ella dobló el periódico y lo dejó sobre la mesa.

—¿A qué hora debes entrar a trabajar?

Alcé ambas cejas.

—En un par de horas aun, tengo el turno de tarde.

Lena asintió.

—Entonces deseas saber hasta qué punto alguien me ha obedecido —asentí, lena pasó la mano por su cuello pensando unos segundos. —Luego del chico de la universidad, lo recuerdas.

—Sí —aseguré, era el único que había sido dominante con ella.

—Estuve mis dos últimos años de carrera aprendiendo sobre cómo ser una dom —se encogió de hombros—. He tenido dos sumisos y una sumisa antes que tú—. Me miró a los ojos—. el primero solo estuvo conmigo un mes —sonrió suavemente —no era muy buena en eso —ahora yo sonreí, eso era algo que no podía creer —la segunda estuvo conmigo 7 meses, pero se enamoró de otra chica —abrí la boca pero la cerré al ver que ella arrugaba su frente —y con el último estuve un poco más de dos años.

—Dos años —murmuré sorprendida.

Ella miró por la ventana y continuó.

—En ese entonces yo ya sabía cómo comportarme, que hacer o no hacer, todo, así que fue más fácil tomar el control, me sentía más segura y muy cómoda —observé como aparecía un dejo de tristeza en sus ojos. —Los primeros meses nuestra relación fue normal, podríamos decir, mi control se limitaba a la habitación solamente

—Como nosotras—. Ella asintió.

—Sí, luego eso fue aumentando, gradualmente, hasta que pasaron dos años y me di cuenta de que el hombre que había conocido ya no existía—. Me miró—. Él me obedecía en todo, desde que comer, como vestirse, como hablarme o mirarme, no había nada que él hiciera que no fuera autorizado por mí.

—Vaya —dije —eso debió ser... —no sabía cómo decirlo, su expresión de tristeza me decía que no había sido muy bueno.

—Increíble —dijo a pesar de todo —me sentía como Dios —ella rió sin humor —era como una droga. Que alguien te sirva de esa manera hace que tu cabeza se llene de toda clase de mierda — lena observó su taza unos segundos —él vivía por mis instrucciones, cuando yo no le decía que hacer veía en su rostro lo perdido que se sentía.