40

2.2K 230 20
                                        

Cuando ingresé a la oficina del ex amante de Lena jamás imaginé ver tal escena. El lugar no tenía nada de especial, quizás era grande y elegante, pero común. Las decenas de pantallas en una pared me dijeron que el dueño de Dulce Amor vigilaba todo el lugar cada segundo.

Lo que llamó mi atención e incomodó fue la mujer de cabello castaño amarrado en una trenza, de rodillas en el suelo, solo vistiendo ropa interior. Observé unos segundos, mientras caminaban dentro de la habitación, las muñequeras que utilizaba, pero nada más. No había collar ni tobilleras, además de la necesaria máscara, solo que la suya era roja.

Lena levantó una mano y me detuvo, la observé caminar hacia el hombre que estaba tras el escritorio y que observaba por la enorme ventana. Pude ver que esta le mostraba uno de los escenarios del edificio. Allí vi el que me describió Lena, en el que la gente tenía sexo en público.

El hombre no se giró cuando Lena se detuvo a su lado. Siguió con las manos en los bolsillos observando hacia el frente.

—¿Quién es? —preguntó Lena.

—Alguien que dejará ser miembro de este club —dijo él con voz fría y ronca. El hombre se giró y me observó enseguida.

Era alto, su cabello era negro y estaba pulcramente peinado hacia atrás. Unos ojos marrones me examinaron unos segundos antes de ignorarme como si nada.

Lena siguió observando por la ventana. —Zeus —dijo Lena, un tanto inquieta. Arrugue su frente.

—Estoy en eso—. Él tomó el teléfono y llamó—. Leslie—dijo —envía a cuatro guardias al segundo piso, quiero que el tal Sombra y su sumisa sean llevados a la oficina de atrás, que el médico la revise.

Colgó.

Quise preguntar qué pasaba pero solo apreté la mandíbula. Al parecer Zeus ya se estaba encargando del asunto.

Él regresó al lado de lena y observó como ella.

Pasaron un minuto en silencio.

—Es el mismo Sombra que conozco.

—El que viste y calza —dijo él —fue reingresado hace dos semanas. Al parecer sus gustos no han cambiado.

—Sabes quién es ella.

—Una prostituta cualquiera.

Me estremecí ante el tono frío que utilizó.

Ella suspiro y me miró, se alejó de la ventana. Lena observó un segundo a la mujer.

—¿Por qué me buscabas?

—Era me dijo que estabas aquí, quería comprobar si no mentía—. Zeus la miró y caminó, rodeo el escritorio y se apoyó en él. Se detuvo cerca de la chica que aún estaba de rodillas.

—Es nueva—. Me apuntó.

Lena no dijo nada.

—Solo querías verme.

El hombre soltó un bufido.

—Por eso te quiero tanto —dijo con ironía, él miró a la chica. —Supe lo de tu sumiso. —Ella solo lo miró en silencio.

—¿Por qué no me dijiste que lo habías visto? —ella se cruzó de brazos.

—¿Ha estado aquí?—. Él negó con su cabeza.

—No, claro que no, no considero que esté en condiciones de estar aquí o en cualquier parte —él la miró—, debiste enviarlo a otro lugar.

Lena hizo una mueca.

—No te pases, Jack.

Cuando el hombre se tensó yo también lo hice, la mujer frente a él lo miró enseguida. Jack puso una mano en su cabeza y la obligó a mirar hacia abajo de nuevo.

Your's; Supercorp Donde viven las historias. Descúbrelo ahora