Desperté a causa del molesto sonido de mi teléfono. Quejándome observó la hora en mi reloj, la una de la mañana, y suspiré.
Luego de tomarlo, lista para mandar al diablo a quien sea que estuviera al otro lado de la línea, abrí mis ojos sorprendida y me senté en mi cama al oír la suave voz de Lena
—Ey —saludé—. ¿Cómo has estado?
La oí suspirar.
—Bien, un poco cansada por el viaje pero bien.
Me senté mejor en la cama y apoyé mi espalda en el respaldo.
—¿Y tú?
—Bien, sorprendida por tu llamada.
—¿En serio? —dijo Lena, suspiró—. Entiendo si te sientes así, he estado un poco ocupada.
Arrugué mi frente un segundo.
—¿Algún problema grave?
—No, digamos que los mismos de siempre solo que ahora me aseguré de que no volvieran a suceder.
—¿Quieres hablar de eso?
—¿Quieres saber cuáles son?
Sonreí al oír el tono de su voz.
—Ahora eres tú la sorprendida—. La escuché reír suavemente, sonreí. —Lo estoy, es verdad.
—Entonces dímelos—. Me levanté de la cama y caminé hacia mi cocina—. Me prepararé un café y hablaremos largo y tendido.
Ella volvió a reír.
—Quieres hablar largo y tendido, increíble—. Voltee mis ojos.
—Ventajas de ser policía.
Puse la tetera y me apoyé en un mueble para esperar.
—Entonces —dijo ella suavemente—, ¿me invitaras un café?
—Cuando quieras
—Ahora.
Me alejé del mueble enseguida al oírla.
—¿Quieres decir, justo ahora?
—Sí, si lo deseas.
—Me encantaría.
—Perfecto —murmuró Lena y colgó.
Observé mi teléfono unos segundos antes de oír el timbre de la puerta. Rápidamente llegué a ella y la abrí segura de quien estaría allí.
Lena me observó de pies a cabeza, sobre todo al simple y negro boxer que usaba aparte de una camisa grande. —Lindo pijama —le oí murmurar.
Alcé una ceja, me cruce de brazos y me apoyé en el marco de la puerta.
—Si hubiera sabido que tendría visitas me habría puesto algo más elegante.
—Y arruinar la sorpresa—. Me miró a la cara.
Al ver las suaves ojeras bajo sus ojos verdes estiré una mano sin pensarlo y acaricie su mejilla. Sonreí suavemente cuando ella cerró los ojos ante mi caricia.
Justo en ese momento la puerta de en frente se abrió y la señora Marcela, quien era dueña de dos gatos, salió de su departamento con una bolsa en las manos. Al observarnos se congeló un segundo, y luego, al verme solo con poca ropa abrió los ojos como platos.
—A que se acaba de enterar de que su vecina es una exhibicionista —dijo Lena.
Me estremecí suavemente al oírla, agarré a Lena de un brazo y la empuje con cuidado dentro de mi departamento.
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Your's; Supercorp
أدب الهواةKara ha pasado toda su vida adulta intentando ocultar lo que es, porque cada vez que lo deja salir a la luz termina sola, atada a una cama y decepcionada. Ahora, ha conocido a una mujer que le hace desear dejar de fingir y le muestra que no es nece...