Capítulo 7

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UN CUERVO VUELA ALTO;
ALEJÁNDOSE AÚN MÁS
DEL AZUL CIELO
DEL INVIERNO NORTEÑO

. . . .

Durante el viaje hasta el campamento de Mance, Jon no paraba de llamar a Ghost, quien se alejaba cada vez más de él.

—Tu mascota parece querer huir de ti —se burló Qhorin.

—No es una mascota —respondió Jon.

—Tienes razón. Uno no puede domar ni confiar en un animal salvaje —contestó Qhorin.

—Entonces tampoco deberíamos confiar en ti —me burlé—. Ghost es diferente.

—Eso creen ustedes, peroo los animales tienen reglas y razonamiento propio. Nunca los conocerás.

—Al igual que los humanos —refuté.

—Como sea, buscamos a los Salvajes —cambió de tema—. Ellos duermen de día, ocultos en las cuevas, y cazan de noche.

—Podríamos hacer lo mismo —propuso Jon.

—No, no podemos —le dijo Qhorin—. Estas son sus tierras; saben donde caminar y donde no. He perdido buenos hombres en las grietas invisibles.

—Padre siempre dijo que soy del Norte —dijo Jon, pero al notar de que todos rieron, preguntó:— ¿de que se ríen?

—Mira a tu alrededor, Jon. ¿Esto se parece a tu hogar? —hizo una pausa—. Si crees conocer este lugar, entonces te matará. No lo entienden, estamos en guerra.

—Lo que yo no entiendo es que hago yo aquí —me quejé—. Soy del Sur, del reino más cálido y, como si fuera poco, crecí en una casa noble... —los miré—. ¿Acaso soy la carnada?

—La Guardia de la Noche les dio un regalo y ustedes solo tienen una cosa que darle a cambio: su vida...

—Con gusto daré mi vida —sonrió Jon.

—¡Yo no! —exclamé.

—Exacto, Criston —me felicito Qhorin—. No tienen que entregar su vida con gusto, tienen que luchar hasta no poder más. Su muerte será un regalo para los del Sur; nunca sabrán lo que hiciste, ni como moriste, ni siquiera conocerán tu nombre. Pero vivirán gracias a que dos idiotas como ustedes dieron su vida para salvar las de ellos.

Qhorin y Jon siguieron conversando durante la larga caminata, mientras yo no podía parar de observar cómo Ghost se alejaba cada vez más.

De pronto, el humo proveniente de una montaña captó mi atención. Por lo que no me quedó otra opción que advertirle a mis compañeros.

—Nosotros los rodearemos, tu cuida que nadie escape —me indicó Qhorin.

Asentí y le sonreí, ya que eso significaba no hacer nada. No podía estar más agradecida de haberme hecho pasar por un mayordomo, ya que nadie pondría su vida en manos de uno. En cambio, de haberme hecho pasar por Loras, ahora estaría liderando este grupo y asesinando salvajes.

De pronto, veo cómo una chica pelirroja logra salir corriendo de allí sin que ninguno lo note, por lo que no me queda otra que ir tras ella.

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora