Capítulo 37

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TODO SUFRIMIENTO SE ORIGINA
EN EL ANHELO, EN EL APEGO
Y EN EL DESEO

. . . .

Tyrion había ido a hablar con su hermana Cersei, para intentar llegar a un acuerdo

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Tyrion había ido a hablar con su hermana Cersei, para intentar llegar a un acuerdo. Por lo que, cuando está regresó junto a todo su séquito, no me sorprendió. Después de todo, Tyrion podía llegar a ser muy persuasivo.

—Mi ejército no se retirará y no lo traeré de regreso a la capital —nos dijo Cersei—. Mi ejército irá al Norte para pelear juntos la Gran Guerra. La oscuridad viene a por todos nosotros y la enfrentaremos juntos, pero cuando la Gran Guerra termine, quiero que recuerden que escogí ayudar sin promesas ni garantías para ninguno de ustedes —miró a Jaime—. Llama a los abanderados, a todos.

—Lady Adhara, mi Mano está dispuesta a negociar con usted —me dijo.

—Y Aitor Flores estará fascinado de llegar a un acuerdo con el —le dije.

Aitor asintió y se reunió con la Mano de Reina, un hombre algo extraño pero que seguramente sería fácil de convencer.

Unos minutos más tarde, Aitor regresó a mi lado con una gran sonrisa.

—Ni siquiera ha podido distinguir entre ambos vinos —me dijo—. Pero hemos cerrado otro trato más.

—¿Cuánto?

—Cincuenta mil barriles —me dijo—. Menos que la Casa Arryn, pero lo suficiente para volver a recuperar el oro que nos robaron.

—¿Han comprado ambos vinos?

—No, solo el más caro —respondió—. La corona afronta graves problemas económicos, eso lo sabemos por boca de su padre, que en paz descanse...

—Sí, es cierto. Pero si realmente le importase ahorrar entonces no hubiese comprado el vino más caro —le susurré.

—A veces todo se trata de mantener las apariencias —se encogió de hombres.

—Lady Tyrell —me llamó Daenerys—. Partiremos a Rocadragon, ¿le interesa acompañarnos?

—Depende, ¿le interesan mis vinos? —pregunté.

—A mi no, pero Tyrion no me permitiría negarme a comprar vino —me dijo.

—Sí, Tyrion adora el vino —me reí.

Daenerys planeaba cabalgar junto a su séquito hasta Rocadragón, por lo que me pareció una buena idea ofrecerles un lugar en nuestra flota y, luego de un par de horas, ya habíamos llegado.

—Nos reuniremos a planear la Gran Guerra, pero la esperaré en mi habitación en cuanto terminemos —me dijo.

Asentí y aguardé en nuestro barco, mientras preparábamos las copas y las botellas para abastecer a Tyrion, la mano de la Reina, y quizás a Jon Snow.

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora