Capítulo 9

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UNA ROSA SE MARCHITA,
PERO SUS ESPINAS SOBREVIVEN

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Mance había decidido que Tormund, en conjunto con veinte de sus hombres escalarían la muralla con la ayuda de Jon Snow, a quien debían llevar ya que conocía las defensas del Castillo Negro mejor que cualquiera de ellos

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Mance había decidido que Tormund, en conjunto con veinte de sus hombres escalarían la muralla con la ayuda de Jon Snow, a quien debían llevar ya que conocía las defensas del Castillo Negro mejor que cualquiera de ellos.

—Cuando sea el momento, te nos adelantarás y cruzarás el Muro para mantenerte a salvo —me había dicho—. Mis hombres ya saben que ninguno debe ponerte una mano encima, ni siquiera cuando ataquen el Castillo Negro.

Mance había sido lo bastante tonto para revelarme su plan y dejarme marchar junto a sus hombres. No entendía mediante cual de mis acciones había logrado ganarme su confianza pero, a pesar de que Mance parecía un buen hombre, no podía traicionar a los Cuervos. Aunque tampoco quería traicionarle a él, quien también me había perdonado la vida y dejado marchar sana y salva hasta mi nuevo hogar: la Muralla.

Jon había desaparecido hacía varias horas junto con Ygritte; dejándome sola con veinte salvajes. Para mi gran suerte, habían armado varias tiendas para pasar la noche, de las cuales, una seria exclusivamente mía. Debido a que no todos cabían en las tiendas y además debían patrullar, se tenia an que turnar para utilizar las tiendas y poder protegerse del frío.

A la mañana siguiente me esperaría un largo y frío viaje, por lo que decidi recostarme en lo que parecía ser mi cama y cerrar los ojos.

—Tu amigo aún no ha regresado y ya me he cansado de patrullar —dijo una voz másculina que desconocía, irrumpiendo en mi tienda y despertándome.

—¿Quién eres? —le pregunté.

—Uno de los tantos hombres que están cansados de tus privilegios —respondió—. ¿Todas las nobles se ven así como tú?

Abrí mi boca para responder pero no logré hacerlo, ya que el hombre se lanzó sobre mi y comenzó a besarme. Intenté apartarlo y estuve a punto de lograrlo decenas de veces pero el desconocido era mucho más fuerte que yo. 

—Eres perfecta —me dijo—. Quítate la ropa, quiero verte por completo.

—No puedo quitarme la ropa contigo encima de mi —me excusé.

El hombre aceptó y se apartó. Llevé mis manos hasta la parte baja de mi blusa y el, sin dudarlo dos veces, me imitó. Aproveche el momento de distracción para salir corriendo de allí, pero al salir de la tienda me topé con otro hombre

—Ayúdame, te lo ruego —le pedí—. El hombre que está allí dentro intentó...

No logré terminar la oración debido a que este me tomó por la cadera y me llevó dentro de la tienda nuevamente. Me arrojo contra el suelo con fuerza; provocando que mi cabeza se golpease fuertemente contra el suelo y quedase inconsciente.

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora