𝐋𝐄𝐘 𝐍°𝟕 | ❝ Tras el cumpleaños número dieciséis del primogénito legítimo y futuro heredero del Reino del Dominio, este deberá ser marcado con el escudo familiar en su brazo dominante. Todo heredero que incumpla con esta ley deberá ceder el tron...
UN ZORRO ASECHA EL DOMINIO, AGUARDANDO EL MOMENTO JUSTO PARA SENTARSE EN EL TRONO
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Había decidido pasar la noche en el Faro, el asentamiento de la Casa Hightower, ya que Altojardín no sería seguro para mi. Le había ordenado a Rhaegal que regresara con su madre, pero el no tenía intenciones de obedecer. Creí que quizás tendría hambre, por lo que no me quedó otra alternativa que recurrir a las reservas de carne que tenían los Hightower para el Invierno.
No sabía que tanto comía un dragón, por lo que le permití que se comiese una gran parte de las reservas. De igual manera, no creía que estos comiesen tanto, sino que Rhaegal se había aprovechado de mi ignorancia.
Algo que había llamado mi atención era que antes de comer cada comida, primero la hacía arder. Quizás porque disfrutaban de comer carne cosida o simplemente les gustaba quemar cosas. Había pasado toda la noche sentada junto a él, quien tesultó ser igual de compañero que un perro.
Había llorado sobre sus escamas y este me había pechado con su cabeza, quizás intentando consolarme o quizás intentando que me callase y le dejase dormir.
—Tienes que dormir —me dijo mi madre mientras me tendía una manta—. Hace frío aquí, hasta para un dragón.
—No se compara con el Norte —le aseguré—. Podría asegurar que esto equivale a un verano para ellos.
—¿De alli sacaste a este dragón? ¿Del Norte? —me preguntó.
—No, es de Daenerys Targaryen —respondí—. Me permitió montarlo para defender al Dominio.
—¿Y ella sabe que su dragón está aquí?
—Quizás olvidé avisarle —me cubrí la boca con mis manos—. Pero intenté que Rhaegal regresase a su hogar, pero no quiere obedecerme.
—Quizás porque percibe tu tristeza y quiere cuidarte —dijo—. Es increíble que hasta un dragón sea mejor que yo para cuidarte.
—Puedes cuidarme ahora —le dije—. Necesito a mi madre, eres todo lo que me queda.
—Y tú eres todo lo que me queda a mi —sollozó mientras me abrazaba—. Debí haber hecho algo cuando enjuiciaron a tus hermanos, debí...
—No podías hacer nada —le aseguré—. Ni siquiera el ejército de los Tyrell pudo liberarlos, el de los Hightower no habría hecho la diferencia.
—Vayamos dentro, aquí afuera está nevando mucho —propuso.