𝐋𝐄𝐘 𝐍°𝟕 | ❝ Tras el cumpleaños número dieciséis del primogénito legítimo y futuro heredero del Reino del Dominio, este deberá ser marcado con el escudo familiar en su brazo dominante. Todo heredero que incumpla con esta ley deberá ceder el tron...
CUANDO CAE LA NIEVE Y LOS VIENTOS BLANCOS SOPLAN, EL LOBO SOLITARIO MUERE, PERO LA MANADA SOBREVIVE
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Había cabalgado durante toda la mañana y aún no había logrado encontrar el campamento de los Tarly. Quizás ya habían partido o quizás me había perdido.
Me encontraba tan perdida entre mis pensamientos, que no logré reaccionar rápido cuando tres soldados se acercaban a mi.
—¿Pero qué tenemos aquí? —preguntó uno de ellos en tono burlesco.
Rápidamente baje de mi caballo y tomé mi espada, pero la volví a guardar cuando noté el escudo de la Casa Tarly en su armadura.
—Estoy en busca del campamento Tarly —les informé, intentando engravecer el tono de mi voz.
Los tres soldados comenzaron a reírse.
—Mátenlo —ordenó el soldado del medio.
Rápidamente saque mi espada y logré apuñalar a uno de ellos, pero cuando estaba a punto de vencer al segundo, un tercer soldado me arrojó al piso y me retuvo a la fuerza.
—¿Sabes cómo lidiamos aquí con los hombres como tú? —me golpeó en mi abdomen—. Bájale sus pantalones.
—No, por favor —supliqué.
El soldado al que había herido se colocó en cuclillas y me quitó los pantalones; quedando estupefacto.
—Es una mujer —le dijo a su compañero.
—¿Cuanto dinero nos darán por ti, plebeya? —me preguntó.
—Antes de ponerle un valor, ¿no crees que deberíamos ver la mercancía? —preguntó en un tono burlesco.
Su compañero le dio la razón y procedió a quitarme la armadura, hasta dejar al descubierto mi torso. Casi por inercia, llevé mis brazos a mis pechos para cubrirlos, cometiendo un grave error del cual Sandor me había advertido.
—¿Que tienes ahí? —preguntó el soldado que se encontraba al mando, tomando mi brazo a la fuerza—. Tu no eres una plebeya. Eres Adhara Tyrell.
—Siempre quise saber a qué sabe una reina —comentó su compañero.
—Si me ponen una mano encima me encargaré de que los torturen hasta tenerlos de rodillas suplicándome que los asesine —les advertí.
