Capítulo 25

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UN PUÑAL AL CORAZÓN
Y UNA SOGA A SU ALREDEDOR

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Abrí la puerta de la habituación de Jon cuidadosamente y, con ayuda de mi vela, me acerqué hasta la cama donde yacía plácidamente durmiendo

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Abrí la puerta de la habituación de Jon cuidadosamente y, con ayuda de mi vela, me acerqué hasta la cama donde yacía plácidamente durmiendo.

Me lancé sobre él y me senté sobre su falda, lo que provocó que Jon se despertase.

—Adhara —me llamó.

Llevé mi cuchillo hasta su pecho y, cuando estuve lo suficientemente cerca de este, termine optando por lanzar el cuchillo al suelo, mientras me largaba a llorar.

—¿Cómo pudiste hacernos eso? —sollocé—. Pusiste a los hombres que masacraron a la aldea de Olly y que me robaron mi futuro por sobre tus propios hombres...

—¿Tu futuro?

—¿Crees que alguien aceptaría a una reina que no esté casada? ¿Crees que alguien se casaría con una impura?

—Yo lo haría —me dijo—. Yo me casaría contigo.

—¿Cómo puedes decir eso después de haber intentado matarme? —me aparté de él.

—Debía hacerlo —se defendió—. Lo hice para protegerte.

—¿Desde cuando proteger a alguien consiste en condenarlo a la horca? —le grité.

—Tu misma lo dijiste, no podías estar conmigo mientras fuese el Lord Comandante porque si alguien nos viese... —comenzó a explicarme—. Si hubiese permitido que no respetaras mis órdenes, entonces eso alimentaría la idea de que había algo entre nosotros y tu virtud...

—Mi virtud sería puesta en tela de juicio —finalicé por él.

—Cuando esos hombres me asesinaron... —hizo una pausa—. Mi guardia terminó, al igual que mi juramento.

Jon acaricio mi rostro y tomó mis manos, para luego mirarme a los ojos y decirme:

—Adhara, ahora podremos estar juntos.

—Jon, sabes lo que implica estar conmigo —le recordé—. ¿Estarías dispuesto a abandonar tu hogar para convertirte en Rey?

—Nunca quise ser Rey —admitió—. Pero si ese es el precio que debo pagar para estar contigo, entonces lo haré.

—El precio —susurré con ironía—. Mi hermano deseaba con todas sus fuerzas ese trono. Nuestro pueblo nos aclamaba, se suponía que el debía ser el Rey...

—¿Crees que tu pueblo aceptará a un bastardo norteño? —me preguntó.

—No te refieras a ti de esa forma.

—Tú te referiste a mi de esa forma —me recordó.

—Sí, cuando estaba furiosa porque intentaste asesinarme —me defendí.

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora