Epílogo

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UN CORAZÓN HONESTO
ES UN REINO EN SÍ MISMO

. . . .

—¡Sam! —grité—

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—¡Sam! —grité—. ¡Creo que ya viene el bebé!

—Déjame ver —me pidió.

Sam levanto mi falda y, luego de evaluar por un par de segundos, dijo:

—Definitavemente ya viene, ¿qué debemos hacer?

—¡No lo sé! —exclamé—. Tu eres el Gran Maestre aquí.

—Es cierto —dijo—. Debes comenzar a pujar.

—¿Cómo?

—No lo sé, solo puja —se encogió de hombros.

—Yo te ayudaré, cariño —me dijo la matrona mientras tomaba asiento a mi lado—. Puedes apretar mi mano si quieres.

Tomé la mano de la matrona e intenté hacer fuerza para expulsar al bebé, pero nada parecía funcionar. El dolor era intolerable y, por más que me diesen leche de amapola, nada parecía calmarme.

Al parecer, mi hijo estaba volteado, por lo que el Gran Maestre de Altojardin me había obligado a realizar unos movimientos especiales para intentar que mi hijo girase.

—Vamos, mi reina —me alentó la matrona—. Ya falta poco.

—No aguanto más —sollocé—. Por favor, ayúdenme.

—¿Dónde está Jon? —preguntó Sam.

—Está en el Sur —respondí entre gritos—. Fue a controlar que el Pueblo Libre se esté adaptando bien a su nuevo hogar.

—Enviaré a un mensajero a buscarle si así lo desea, su Majestad —propuso el Gran Maestre.

—Si, por favor —respondí.

El Gran Maestre hizo una reverencia y se marchó; dejándome al cuidado de Sam y las matronas.

—Durante un parte difícil a veces hay que tomar una decisión imposible, ¿verdad, Sam? —le pregunté.

—Sacrificar a uno o perder a ambos —respondió este.

—Sé que puedes salvar al bebé —le dije—. Escuché de una técnica antigua que se practica en Citadel...

—¡Adhara! —me detuvo Sam—. Sabes que esa técnica implica un corte directo en tu útero para liberar al infante... Pero con toda la sangre que perderás...

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora