Capítulo 13

2.8K 310 17
                                    

EL CABALLERO DE LAS FLORES
FINALMENTE SE REÚNE
CON SU ROSA FAVORITA

. . . .

Tras el sonido de la trompeta, se oyó a un guardia gritar:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tras el sonido de la trompeta, se oyó a un guardia gritar:

—Les informamos la llegada del Señor Loras Tyrell, de la Casa Tyrell y futuro heredero del reino del Dominio. ¡Abran las puertas!

Todos en la sala se mantuvieron en silencio, al parecer finalmente había resultado victoriosa y la Guardia de la Noche guardaría mi secreto.

Cuando oí el molesto ruido que emitían las puertas al abrirse, fui corriendo a recibir a mi hermano. Ya no me importaba cual sería mi destino, solo me importaba que mi hermano estuviese aquí y que supiese que estoy viva.

Al verme correr, todos los cuervos me siguieron, para ver de que se trataba todo esto. Fue entonces, cuando mis ojos se encontraron con los de Loras; inundados en lágrimas.

Sin dudarlo dos veces, me lance a sus brazos y el me alzó en el aire. Cuando finalmente estuvimos frente a frente, Loras me entregó una rosa.

—Adhara —sollozó—. Sabes que no rezo, pero le implore a los nuevos y antiguos dioses por ti.

Tomé la rosa y le un fugaz beso en los labios. Sabía que las costumbres sureñas podían resultar extrañas en el Norte, principalmente las de los reinos tan liberales como el Dominio o Dorne, pero no me interesaba. En e dee momento solo me interesaba una cosa y era que mi alma gemela estaba frente a mi.

—¿Y Margaery? —le pregunté—. ¿Dónde está? ¿Está bien?

—Sí, probablemente ya ha de estar casándose con el Rey Joffrey —me dijo—. Pero no te preocupes, Joffrey parece encantado con nuestra hermana.

—El parecía encantado conmigo también —le dije.

—No, no lo parecía —me aseguró—. Él te despreciaba, pero con Margaery es diferente.

—No puedo confiar en el.

—Nadie lo hace, Adhara —me aseguró—. Y por eso nuestra abuela no permitirá que esa boda se lleve a cabo.

Volví a abrazar a Loras y deposité un beso sobre su larga y dorada cabellera.

—Deben estar exhaustos, Adhara —me recordó Aemon—. Samwell, indícales dónde serán sus habitaciones.

Sam asintió y procedió a distribuir a los hombres de Loras y a guardar los caballos con ayuda de otros hombres. Debido a que el ejército contaba con un gran número de hombres, no todos podrían dormir en habitaciones y deberían turnarse para acampar.

La marca de los Tyrell | Jon Snow GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora