Zack

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12. Días difíciles

Se veía mal, demasiado mal, aunque hubiera intentado ocultar su rostro, su olor lo delataba.

Se limpió las manos y caminó hacia el varón, tuvo que colocarse de puntillas para poder acunar con sus manos el rostro amoratado del más alto, un gruñido salió de sus labios cuando visualizo la sangre que escurría de su nariz y labio así como sus ojos hinchados.

Había llorado.

— ¿Quién...?

— No importa — Le interrumpió este, intentó guardar en lo más profundo de su ser su instinto animal que deseaba hacer sufrir al causante del estado del varón, el causante de su llanto y de que su olor no fuera el mismo de siempre.

Contó hasta diez, lo que menos necesitaba él era que le fuera a sermonear.

— Vamos al sillón — Le pidió, él la siguió mansamente, lo dejó sentarse en el sillón antes de ir al baño y traer el botiquín de primeros auxilios.

Con todo el cuidado del mundo limpio sus heridas, aunque el varón se quejaba de vez en cuando por el contacto del alcohol etílico con sus heridas.

— Ha sido un día difícil para ti, ¿verdad? — Preguntó con suavidad mientras vendaba sus nudillos lastimados, besó su muñeca y logró oír un ronroneo de parte de él.

— Lo ha sido — Le respondió el varón — Yo... he tenido un día horrible.

Vio cómo las lágrimas se acumulaban en sus orbes oscuros y sintió su estómago retorcerse al verlo llorar, al verlo sufrir.

Ahora deseaba haberle pedido su número a la amiga de Zack cuando fueron presentadas hace un mes, tal vez ella entendería mejor lo que sucedía y podría ayudarle a cuidarlo.

— Yo... lo que sucede es que... — Zack intentó buscar la manera de explicarle a la alfa lo que sucedía, el porqué de su sufrimiento, pero no encontraba las palabras para expresarse.

No quería que ella viera la razón tan patética por la que sufría.

Por un viejo amigo que estaba perdiendo la vista y que se había alejado de todos por su propia voluntad.

— (T/n), yo... — La mano izquierda de la fémina cubrió sus labios mientras que la otra limpiaba sus lágrimas con suavidad.

— No me lo digas si no lo deseas, no te obligare, Zack — Le prometió — Aquí estoy para ti, lo demás no importa.

No era buena con las palabras, a veces era demasiado directa y otras veces no se explicaba bien, pero creyó que esas eran las mejores palabras que podría darle al varón para hacerle saber que ella estaba ahí y no necesitaba sentirse obligado a explicarle si no lo deseaba.

Y entonces creyó que había sido una mala idea cuando el varón empezó a llorar nuevamente.

Sintió el pánico crecer en su ser, ¡¿pero qué fue lo que había dicho mal?!

Estaba lista para ir corriendo a buscar a Mira o a cualquier persona que entendiera mejor que le sucedía al boxeador hasta que esté la abrazó con fuerza casi sacándole el aire de los pulmones.

— Gracias.

Abrió los ojos sorprendida, ¡ella no había dicho nada mal!

Se acomodó en el hueco del cuello del varón y acarició sus cabellos oscuros mientras le oía sollozar por lo bajo, tratando de darle su apoyo.

— Aquí estoy, Zack, aquí estoy.

Cerró sus ojos, dejando que este se desahogara todo el tiempo que necesitará.

— Yo siempre estaré para ti.

31 días de OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora