Crystal

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22. Celo omega

Sentía una punzada en la parte baja de su vientre que le hizo quejarse del dolor; su celo era, por decirlo de forma suave...doloroso.

Su conciencia tenía cierto dilema desde la aparición de su segundo cuerpo; mientras que ella era una omega desde su nacimiento, su segundo cuerpo era alfa, por más bizarro que sonará. Claramente ella no podía soportar los celos tan discordantes que poseía; su cuerpo original sentía dolores intensos sin contar el calor y la sensibilidad de su cuerpo; el segundo cuerpo se volvía salvaje y más de una vez tuvo que forzarse a despertar en su otro cuerpo para evitar ese celo.

La puerta de su habitación fue tocada, miró en esa dirección, nadie podía abrirla, para su seguridad la puerta estaba con llave.

Pero en ese momento oyó la llave ser introducida y sintió que el alma se le iba del cuerpo al ver cómo se abría de par en par, se hizo bolita protegiendo su cuerpo detrás de su otro cuerpo, mostró sus dientes en señal de advertencia hasta que percibió el olor de la alfa que había estado ahí desde el inicio de su celo; su parte omega quiso lanzarse a los brazos de la alfa sino fuera porque solo su mano se hizo presente en el suelo, la alfa empujó una bandeja con comida al interior de su habitación antes de volverse a cerrar la puerta de su habitación.

Siseo, ya extrañando tenerla a su lado, pero sabía que era lo mejor, no querían tener ningún incidente que trajera consecuencias a largo plazo por un momento de debilidad.

Bajó de su cama y caminó para tomar la bandeja, cada paso fue un tormento hasta que se acercó a la comida que devoró con ahínco, ronroneo de alegría por la comida que ahora llenaba su estómago; luego notó las pastillas y notó que eran para el dolor de su vientre y sonrió.

Tomó un par sintiendo al poco tiempo como el dolor se hacía un poco más soportable, pasó su mano por su vientre inflamado por su celo y suspiró aliviada, definitivamente esas pastillas habían sido su salvación.

Se acercó a la puerta y pegó su boca a la cerradura.

— Gracias — Musitó esperando que la persona del otro lado de la puerta estuviera todavía ahí.

El dulce olor filtrándose por la puerta que causó algo en su parte omega le hizo saber que estaba ahí.

— Descansa, princesa.

Sonrió.

Sólo dos días más y volvería a tener a la alfa en sus brazos.

31 días de OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora