Eli

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13. No eres una bestia

Alfa.

No le gustaban los alfas, a pesar de pertenecer a la misma casta.

Sabía lo que eran capaces de hacer, conocía perfectamente su forma de ser, creyendo que eran la punta de la pirámide y los demás eran sus marionetas; los alfas abandonan a sus cachorros y parejas si lo desean.

No les importa nada más allá de sus propios intereses.

Había intentado reprimir los impulsos que le traía el ser alfa, tratar de ser una persona mejor, pero la había liado con creces; no importó cuánto esfuerzo puso en ello, sus crecientes deseos de ser alguien mejor y de mostrar que podían cambiar.

Era una bestia.

Una bestia salvaje, Tom Lee lo había dicho una y otra vez cuando era un crío.

Sólo pensaba en proteger lo único que le parecía importante en su vida y se alejaba de las personas antes de volver a formar un lazo de amistad o amor cómo lo hizo en el pasado para evitar que sufrieran.

Al final, por más que quisiera cambiar, era igual al resto de su casta sin importar cuánto lo negará.

Todos eran iguales.

O eso creía hasta ese momento.

Había recibido una llamada de la estación de policía minutos atrás informándole el paradero de su bebé, alguien la había encontrado y fue corriendo hacia el lugar; simplemente no esperaba verla.

Sus piernas temblaban mientras percibía el olor a alfa en la persona que se hallaba riendo y jugando en la silla de la estación de policía, en sus brazos se hallaba su cachorra, su pequeña Yenna, la luz de su vida, riéndose mientras le babeaba la nariz.

Era una alfa, su olor delataba fácilmente su casta.

Inicialmente tuvo miedo que le hubiera hecho algo sino fuera porque su cachorra (que normalmente era arisca cuándo alguien no le parecía) estaba ronroneando felizmente y podía ver que también la fémina estaba ronroneando hasta que notaron su presencia y la alfa se mostró seria.

— Deberías tener más cuidado, pudo haberle sucedido algo a tu bebé — Soltó la fémina entregándole a la bebé.

— Gracias por encontrarla — Expresó con genuina gratitud mientras abrazaba a su cachorra — La he buscado por todos lados, espero que no te haya causado problemas.

— En lo absoluto, es una buena cachorra.

Volvió a agradecer antes de ver como ella empezaba a caminar hacia la salida sino fuera por la manita de Yenna que le jalo el cabello.

Sintió que el alma se le iba del cuerpo cuando la fémina se quejó y volteó a ver a su cachorra, iba a disculparse sino fuera porque Yenna empezó a mover sus manitas para agarrar el rostro de la alfa.

Logró oír cómo suspiró antes de acercarse y dejar que su bebé le tocará el rostro, un ronroneo se oyó de parte de la alfa antes de que se alejará.

— Adiós, pequeña, portate bien.

Yenna empezó a balbucear, intentando decir algo, la alfa rió jalando la nariz de la bebé con cariño antes de irse de la estación de policía.

Vió a través de las puertas de cristal como se alejaba de ahí lentamente; besó la cabeza de su cachorra y sonrió.

Tal vez... Tal vez no todos los alfas eran unas bestias.

31 días de OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora