Jace

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23. Betados

En un mundo que estaba dividido en tres castas, la casta con un mayor porcentaje en el mundo eran los betas, siendo seguidos por los omegas y finalizando con los alfas; los betas, por supuesto, eran los más desplazados por las dos castas restantes por carecer de un olor y otras características que poseían los alfas y omegas.

Jace estaba dentro de esa categoría que era tan despreciada por las personas; ser un beta era una maldición, jamás podría aspirar a más de lo que cualquier beta sería, debía estar conforme con lo que le daría la sociedad (tal vez un trabajo de oficina para un alfa de buen rango si le iba bien), algo que a un niño no debería molestarle pero que ya le molestaba desde la presentación de su casta.

Pero tenía a su mejor amigo, Vasco, ese omega justiciero había hecho su vida más amena, si, vivía en un mundo de fantasía, pero eso era lo que le hacía tan único al resto de los omegas. Sin embargo, cuando empezó a juntarse con esos chicos alfa en la secundaria, lo primero que pensó fue en su propia supervivencia y dejó a su suerte al omega; Vasco fue maltratado y, aunque pensó que le dejaría luego de que ese beta rubio le dio una paliza a los estudiantes que atacaban a Vasco... Vasco siguió ahí para él.

Vasco se volvió, no sólo su mejor amigo, sino también su confidente y su hermano.

Así que se prometió este ahí para su mejor amigo, por supuesto, cometió errores a lo largo de su amistad como haber juzgado al pequeño Daniel o cuándo salió con la novia del líder de K-House y lo golpeó por la espalda; pero con cada error buscaba la forma de seguir avanzando y mejorar día con día para dar el ejemplo al resto de los Burn Knuckles como su colider.

Su condición de beta, aunque era una desventaja contra enemigos tan fuertes como los que tenían con cada día que transcurría, había logrado sacarle el mayor provecho al lograr pasar desapercibido por su ausencia de olor pero también era más vulnerable al no poseer la fuerza de un alfa o la agudeza de sus sentidos como un omega.

Y así era cómo había llegado a ese punto.

— Duele — Se quejó pero la omega rubia le limpió con más fuerza las heridas en su rostro.

— Es lo mínimo que espero, tú y el resto de tu pandilla ha quedado hecha pedazos por tontos — Gruñó Mary Kim, también conocida como la emperatriz de los dos segundos, posó sus manos en su cintura en un gesto amenazante — Deja que ella se enteré y estarás frito.

— No le dirías.

— No necesito decírselo, ella ya está aquí — Advirtió señalando detrás suyo, segundos después la alfa entró a la enfermería a paso apresurado — Los dejo, tortolos, todavía tengo que ver a Vin.

Quiso pedirle que no le abandonará pero la rubia ya le había dejado ahí con la alfa.

— ¿Estás bien, Jace? — Le preguntó acunando entre sus manos su rostro, la preocupación era palpable en su rostro y cayó en la red como una mosca en una telaraña.

Se dejó mimar unos instantes antes de que su oreja fuera jalada haciéndole quejarse.

— ¡Te dije que debías que tener cuidado, idiota!, pero el señor detective no me creía que su novia tenía una mala pinta.

— ¡Ya perdóname!, era un tonto enamorado — Se disculpó y siseo de dolor cuando recibió otro jalón en su oreja y finalmente le soltó.

— ¡Más te vale que el resto de los chicos no estén igual de mal que Vasco o tus orejas quedarán más grandes de lo fuerte que las voy a jalar!

Asintió rápidamente y la alfa finalmente suspiró.

— Por favor, Jace, ten más cuidado, esto no es un juego.

Vio su rostro afligido y sintió una punzada de dolor en su pecho porque era su culpa de que su amiga estuviera así.

Asintió besando los nudillos de la fémina quién le sonrió triste, ambos sabían que está no sería la última paliza que iba a recibir.

— Lo intentaré.

Pero esta vez tendría más cuidado.

Por él.

Por los chicos.

Por Vasco.

Y por ella.

31 días de OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora