DG

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26. Comodidades

Cuando alguien pensaba en salir con un famoso, claramente venía a la cabeza que su vida sería acomodada y de ensueño.

Admitía que así había sido ella cuando era una adolescente; creyendo que salir con un famoso venía seguido de una buena vida y que todo fuera color de rosa.

Por supuesto, las series y películas le habían mentido descaradamente, nada era de color de rosa (además del cabello de su novio), era más bien de un color... gris, tirando más al blanco que al negro, porque era hermosa, pero no una relación cien porciento perfecta.

Salir con DG, el cantante más deseado de su generación, no había sido algo tipo Disney, en lo absoluto (tendría que pedir un reembolso a la mega compañía), y no, el varón no tenía la culpa de ello, en realidad era una gran persona y le hacía sentir amada aunque habían tenido sus roces a lo largo de esa relación; eso sin contar los pequeños regalos que le daba y esas salidas en incógnito que tenían en lugares poco conocidos que causaba que su pecho latiera por la emoción de hacer esas cosas sin que nadie supiera que estaba con el cantante favorito de las chicas, sin embargo, sus fanáticas eran otra cosa muy distinta.

Más en específico las fanáticas locas que pensaban que Diego Kang era un objeto de su disfrute.

Sus manos se hallaban ahora mismo destruyendo otro peluche de oso que le habían entregado al varón, no por los celos que le pudiera ocasionar que fuera una fanática mucho más linda que ella, para nada (DG no le comparaba con otras personas y tenía una autoestima ligeramente alta como para dudar de ello); pero había un pequeño detalle con ese peluche que ahora estaba tirando al cesto de basura.

Tenía una cámara.

Una jodida cámara dentro.

— Ya es el quinto en este mes — Habló una voz detrás suyo, volteó y ahí estaba el cantante, hizo una mueca, no quería que este supiera de que habían sido más de cinco peluches destruidos por contener una cámara en ese mes; eran un total de diecisiete si tenía que ser precisa.

Pero ella no quería que pensará mal de las chicas que no tenían nada que ver con esto, ella no querría que sus cantantes favoritos pensarán que era una acosadora por unas cuantas que así lo eran.

— Tendré que pedirle al CEO que ponga libramientos a los regalos de las fans para evitar este percance nuevamente o denegar los regalos temporalmente hasta que las cosas se calmen.

— No todas son así, Diego — Trató de convencerle, se sentiría mal por ellas.

El varón se sentó a su lado, pasando su brazo por su cintura haciéndole pegarse a él — Pero lo que hacen esas cuántas chicas te molesta y te hace sentir incómoda, ¿no es así?

¿Lo hacía?, por supuesto que lo hacía, odiaba con creces a esas chicas acosadoras que se querían meter en la vida privada de su novio (novio secreto porque la empresa sería capaz de sacar a DG u obligarlos a terminar si se enteraban de su relación), el alfa también merecía tener una vida privada, además de que no podía ver un solo muñeco o regalo del varón sin tener el miedo de que alguno de ellos tendría una cámara en su interior grabando y que alguien desconocido los estuviera viendo.

— Lo hace.

— Entonces ya está decidido, hablaré con el CEO, quiero que estés bien mientras vivamos juntos aquí.

Sintió sus mejillas arder por sus palabras.

¿Cómo había conseguido a un novio tan cariñoso y que se preocupaba por ella en cualquier aspecto?

— Gracias, Diego.

El de cabellos rosados sonrió de lado.

— Tu comodidad es lo más importante para mí, T/n, no lo olvides.

31 días de OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora