Capítulo 1

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Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía Amazon.  

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2015.

CAILÍN TAYLOR.

– No es necesario, tía. Gracias –Le sonreí. Mi tía María insistía en ayudarme a ordenar mis cosas en el departamento. Después de catorce años, he aquí por fin viviendo sola.

Mis padres después de haber fallecido, me dejaron todo a mí y recién hoy estoy ocupando parte de su dinero para poder independizarme y no vivir siempre a costas de mi tía.

El departamento en sí es muy lindo y espacioso para mí. Dos habitaciones con baño, living y cocina americana.

– Estoy muy orgullosa de ti –Dijo mi tía mientras sonreía.

– ¿Orgullosa de qué? –Reí. –Se lo debo a mis padres.

– Por favor termina de estudiar –Sus ojos se cristalizaron.

– Lo haré tía, solo me quedan dos años y medio. No te preocupes por eso, estaré bien aquí –La observé.

– Debes ir a verme, Cailín –Dijo tomando su bolso que estaba encima del sillón.

– Claro que sí, intentaré ir a verte los días que pueda ¿Si?

– Esta bien, hija –Sonrió. –Debo ir a ver a tu primo –Se acercó a mí y me abrazó con fuerza. –Espero que todo esté bien aquí, te quiero.

- Yo también te quiero, que estés bien.

Ella caminó hasta la puerta y luego se fue. Su rostro parecía preocupado, ella no entendía por qué yo había decidido comprar un departamento en la misma ciudad en donde ocurrió la tragedia de mis padres. He venido aquí para reencontrarme con mi infancia, en donde pase seis años de mi vida con las personas que me dieron todo.

Había estado hablando con una amiga por internet que vivía aquí. Dejamos de vernos cuando a mi tía le pareció mejor alejarme de ésta ciudad y de todas las personas posibles, pero cuando decidí volver, retomamos nuestra amistad. Ella es Annie, pero siempre le he dicho Ann. Es una gran amiga, siempre ha estado cuando lo necesito y alegra mis días completamente, ya que es bastante graciosa e impulsiva.

Estuve todo el día ordenando mis cosas, acomodando muebles, sillones, mi cama. Adornando las murallas con algunos cuadros, pero aun así se sentía vacío.

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Invierno querido. Me levanté temprano, hacía frío. Mis pies descalzos tocaron el frío piso, corrí al baño. Creo que debo poner una alfombra en mi habitación. Me duche rápidamente, seque mi cabello y luego me dirigí a vestirme. El frío aire seguía congelándome hasta los huesos. Me abrigué lo que más pude, hasta un gorro llevaba puesto junto a una bufanda.

Salí del departamento con mi bolso colgando de mi hombro derecho. Baje en el ascensor, saludé al conserje y esperé un taxi alrededor de quince minutos. El césped estaba blanco, cristalizado de tanto hielo que había. Mi respiración se volvía blanca como si estuviese fumando un cigarrillo.

– Buenos días –Me sonrió el taxista.

– Buenos días –Respondí tiritando.

– Hoy sí que es un día helado.

– Si, mucho –Reí.

– ¿Dónde la dejo?

– Instituto Risco, por favor.

CAÍN © #1 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora