Capítulo 25

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Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía amazon. 

*

Luego de haber comido lo suficiente y sentirnos algo obesos por comer tanto, decidimos irnos. Ian decía que aún faltaba correr en el auto y aunque a mí me daba pánico, quería hacerlo.

– ¿Y si chocamos? –Dije mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.

– Nunca he chocado –Respondió tranquilamente encendiendo el motor. Salió del lugar y no sé exactamente a donde se dirigía.

– Pero algún día puedes hacerlo.

– Tranquila Cailín, no nos pasará nada –Rió de mí.

Llegamos a una carretera vacía, ni siquiera tenía focos y la ciudad se veía muy alejada. Si Ian no fuera una persona de confianza, ya estaría pensando que me trae aquí para asesinarme y tirar mi cuerpo detrás de un arbusto.

– Aquí es –Se detuvo en la mitad de la carretera. No se oía nada, sólo el viento. Ian subió su vidrio y miro hacia todos lados.

– ¿Dónde está la gente de aquí? –Pregunté algo atormentada.

– No hay gente aquí. Mi padre solía traerme a este lugar cuando vivíamos juntos –Sonrió. –Siempre vengo aquí cuando quiero pensar.

– Es tenebroso.

– Es genial –Sonrió emocionado.

– ¿De día es igual?

– Si, solitario con el ruido de la ciudad a kilómetros y sólo la brisa se puede escuchar.

– Supongo que de día es mejor –Sonreí nerviosa.

– Aquí vamos –Subió los vidrios del auto y luego lo encendió. –Así es como lo hacen en rápido y furioso –Puso el freno de mano y luego apretó el acelerador haciendo rugir el motor, reí a carcajadas mientras él imitaba las caras de velocidad de los actores –Y así es Toretto –Bajó el vidrio y apoyó su codo en la puerta exagerando su sonrisa. – ¿Cómo estuve? –Sonrió mirándome.

– Muy bien –Sonreí.

– Está bien, ahora si –Subió el vidrio nuevamente y quitó el freno de mano. Me dio una mirada fugaz antes de hacer rugir nuevamente el motor, pero ésta vez el auto anduvo. La carretera parecía no tener fin ni humanidad. Lo miré mientras la velocidad subía y seguía subiendo, el reía y yo llené mis pulmones de adrenalina. Era una sensación de placer y miedo a la vez. El no saber que hay después de la carretera me asustaba, podría haber una roca, un árbol, una curva... pero afortunadamente Ian se sabía el camino al derecho y al revés. Sólo me quedaba seguir llenándome de adrenalina y libertad interior.

La flecha de la velocidad llegó a su punto de tope e Ian me miró rápidamente sonriente, comenzó a disminuir la velocidad de a poco hasta que ya no nos movíamos.

– ¡Eso fue genial! –Reí mirándolo. Él sonrió junto a mí y luego miramos hacia otro lugar.

Nos bajamos del auto por un rato, las estrellas se veían muy cerca por la ausencia de luz en el lugar. Ian estaba a mi lado, podía sentir su respiración y supongo que él sentía la mía. Lo vi sentarse en el suelo y lo seguí. Su mirada se fijó en la mía por largos segundos, aun así no era una mirada incómoda.

– ¿Puedo preguntarte algo? –Me preguntó tranquilamente mientras sus ojos estaban puestos en mí.

– Claro –Desvié la mirada hacia mis zapatillas.

CAÍN © #1 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora