Capítulo 3

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Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía Amazon. 

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– ¿Qué demonios te pasa? –Su voz sonó fría.

– ¡Tu mataste a mis padre! –Me acerqué a él. – ¡Sé que me recuerdas!

– Basta, estas llamando la atención de las personas.

Empuñé mi mano y lo golpeé en el rostro. Su mirada cambio de serena a un demonio. Sus ojos parecían estar negros. Tomó mis brazos con ambas manos mientras yo continuaba intentando golpear su cuerpo con mis pies.

– ¡Ya basta! –Se alteró haciendo que me detuviera en seco. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos paulatinamente.

– Estás loca –Me miró sin nada más que enojo. –No me conoces, nunca te he visto antes de que llegaras al instituto, no me fastidies ¿Escuchaste bien?

– ¡Voy a pudrirte en la puta cárcel! –Le grité.

– Quiero ver eso. –Continuó tranquilo.

– Eres un infeliz, sé que me recuerdas.

Caín me observó unos segundos, luego miró hacia adentro de la pizzería y me esquivó para caminar y entrar al local a recoger su pizza. Sequé mis lágrimas rápidamente y en cuanto salió me observó.

– Hablaremos de esto, pero no ahora –Su voz gruesa me importó una mierda.

– ¿Estás bromeando? -Sonreí sarcástica. –Matas a mi padre y encima debo sacar número para insultarte y golpearte.

– Tu no vas a insultar ni golpear a nadie –Se acercó a mi lo suficiente, pero no me moví. –No me conoces y jamás me has visto, recuerda eso si no quieres meterte en problemas.

– Voy a pudrirte en la cárcel –Me acerqué aún más a él.

– Haz lo quieras, maldita sea. Vengo a comprar una puta pizza y llega una maniática a culparme de algo que no hice.

– ¿Me estas fastidiando? Sé que me conoces, Caín.

– ¿De dónde demonios sacaste eso? –Escupió enojado. –Hey Blanca Nieves, mantente lejos y vete a la mierda –Sus palabras fueron fuertes y claras. Volteó y caminó sin mirar atrás.

Mis piernas temblaban, no sé si de frío o de lo nerviosa que estaba. Los recuerdos de hace catorce años comenzaban a atormentarme, estaba en el mismo instituto que el asesino de mi padre.

El chico de la pizzería me llamó, caí en la realidad de que estaba en la calle. Pague y tome la pizza en mis manos. Caminé a paso rápido hasta el edificio, subí en el ascensor, mi apetito se había esfumado.

Cerré la puerta a mis espaldas, dejé la pizza encima de la mesa y tomé mi celular para marcar el número de Annie.

¿Hola?

– Ann, soy yo.

Hola Cailín ¿Cómo está el dolor de cabeza?

– Necesito que vengas, rápido –Hablé.

¿Te ocurrió algo?

– Si, no sé qué hacer en éste momento.

Voy enseguida, Tranquila Cailín.

– Nos vemos –Colgué.

Pasó alrededor de media hora y el timbre sonó. Corrí a abrir encontrándome con mi amiga. Ella enseguida notó que había estado llorando.

CAÍN © #1 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora